TAMAR, LA NUERA DE JUDÁ
MUJER PERSEVERANTE
Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. Génesis 38:13.
En la sociedad del “aquí y ahora”, de lo instantáneo y lo desechable, la perseverancia no es muy popular. Derivada del latín, significa constancia, insistencia, firmeza o dedicación.*
Ante el fracaso o cualquier otra dificultad, el perseverante insiste hasta coronar sus esfuerzos con aquello que persiguió. La adversidad no lo detiene; al contrario, lo estimula. Pero ahora, el adagio de “persevera y triunfarás” ya no se usa. Tenemos un sinfín de personas que por no perseverar, se rinden pronto y pasan a engrosar la lista de los fracasados. Por ejemplo, los “ninis”, que ni estudian ni trabajan, no conocen la perseverancia. Al enfrentar la dura realidad de la vida independiente, se dan por vencidos y vuelven al hogar paterno, a la vida “suave”.
Tamar sí conocía la perseverancia. Además, era ingeniosa. A Tamar, la vida le negó dos veces el gozo de ser madre. Pero Tamar no se cruzó de brazos. Ideó una estratagema que le dio resultado; y no tuvo un hijo, sino dos.
Hay muchas “Tamares modernas” integrando la lista de las fracasadas por no perseverar. A todas ellas, y a nosotras, esta Tamar nos deja una gran lección de perseverancia.
Tamar no desistió de su propósito. Al fin, la pérdida de sus dos maridos fue recompensada con dos hijos; uno de ellos, Fares, fue ancestro de David y su dinastía, y del Rey de reyes.
Tamar perseveró contra toda adversidad y no se rindió ante las oportunidades que le fueron robadas. Por ello, uno de sus hijos llegó a ser ancestro de Jesús, y el nombre de ella se inscribió en el evangelio, en la genealogía del Salvador.
Solo los que perseveremos en la vida cristiana participaremos en la cena de bodas del Cordero. ¿Qué harás? Queremos verte allí. –AR