Miercoles 17 de Julio – ¡NO COMAN! – Devocion Matutina para Damas

ESTER

¡NO COMAN!

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5:16.

Los judíos de Susa estaban en problemas. Amán, el primer ministro, exigía que todos se postraran a su paso, y como Mardoqueo no se postraba, condenó a muerte a Mardoqueo y a todos los judíos. Mardoqueo le avisó a Ester, y ella se puso en acción: Abogaría ante el rey por su pueblo condenado (ver Ester 3,4).

“Para apoyarme, permanezcan con el estómago vacío durante 72 horas”, fue la petición de Ester a los judíos de Susa cuando aceptó la misión de presentarse ante el rey Asuero sin que él la invitara (Ester 4:16). No comer es desgastante. Como si eso fuera poco, también les dijo que no bebieran nada. Ella y sus doncellas también ayunarían.

Ester necesitaba esa intercesión. Había por lo menos dos posibles resultados de presentarse ante el rey sin que él la invitara. El primero y más seguro era la muerte. Pero existía la posibilidad de que el rey le extendiera su cetro y ella viviera.

Al ayunar, los judíos le rogaban a Dios por la vida de Ester. Un simple vistazo al libro de Ester puede darle al lector la impresión de que el acto heroico fue de una sola persona: la reina Ester. Sin embargo, con su ayuno, el pueblo judío en cierta manera preparó el camino para la victoria.

El ayuno del pueblo judío puede compararse a la oración intercesora. He ahí un ejemplo maravilloso del poder que hay detrás de la oración que se ofrece en favor de otra persona. Dios le dio fuerzas a la reina para arriesgar su vida gracias a la humillación de ella y la de sus conciudadanos.

Los judíos de Susa no fueron los únicos que intercedieron por alguien más. Jesús oro por sus discípulos (Juan 17), y el apóstol Pablo oró por los creyentes de Filipos (Filipenses 1:3-11).

En Susa, la victoria incluía la salvación de la reina Ester y la de los judíos. Nosotras también podemos experimentar de manera tangible las respuestas a nuestras oraciones cuando oramos por alguien más, y mucho más cuando lo hacemos con un grupo de personas humildes y fervorosas. Cuando oramos por otros, somos heroínas de la fe. Las batallas se ganan de rodillas. –LS

Radio Adventista

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