UNA ESCUELA DE VIDA
“…nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5, NVI).
El colportaje fue la escuela más desafiante de mi vida. Cuando me invitaron a colportar, yo estaba en la escuela secundaria.
Era muy tímido y creía que nunca podría vender nada. A decir verdad, ni siquiera el líder que me había invitado tenía fe en que donaría.
Mis padres preferían que fuera a casa a reencontrarme con la familia en las vacaciones. Pero yo estaba convencido de que aquella experiencia sería importante para mi crecimiento. Entonces les escribí una carta que decía, con mayúsculas: VOY A COLPORTAR. Ellos respetaron mi decisión, y así partí hacia una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
Decidir colportar fue fácil. Lo difícil fue encarar a los clientes y convencerlos de comprar. Busqué valentía en la oración y seguí adelante con mucha dedicación. El campo de trabajo estaba lejos de la Iglesia Adventista Central de Passo fundo, en Río Grande del Sur, donde yo estaba hospedado con el equipo de estudiantes. Todos los días debía caminar cerca de treinta minutos para llegar a una región pobre de la ciudad, en la que se hallaba mi campo de trabajo.
El primer día, el líder del equipo fue conmigo para enseñarme. Vi la primera y la segunda ofertas que él hizo. Me tocaba a mí realizar la tercera oferta, pero aun no me sentía seguro y, por eso, le pedí que hiciera una más, Sin embargo, cuando llegamos a la casa de una costurera, en contra de lo que habíamos acordado, él dijo que yo haría la presentación. Fue muy mala, pero milagrosamente ella compró los libros.
Colporté varios períodos de vacaciones. Esa fue una escuela en la que aprendí a expresar mis ideas, a refutar objeciones y a depender de Dios. Hasta el día de hoy les recomiendo a los estudiantes, o incluso a los profesionales, que pasen por esa obra de sustento propio, pero sostenida por el Señor. Cada vez que encuentro un colportor dedicado, tengo la percepción de que estoy delante de un héroe que cumple la misión, que vive cerca de los milagros de Dios y que depende de él todos los días.
SI tu deseas dedicar tu vida más intensamente a la obra del Señor, experimenta el colportaje. Fue una bendición para mí y lo será también para ti. Si Dios te está usando de alguna otra forma, da lo mejor de ti, no tengas miedo a los desafíos y recuerda que nuestra capacidad proviene de Dios.