MI ENCUENTRO CON JOAN
“El hombre que tiene amigos debe ser amistoso” (Prov. 18:24).
Joan Scher. Hace más de cuarenta años, esta mujer llegó a nuestra casa porque estaba enferma. Pero no venía sola; llegó con su hija Belinda, de seis años, y su perro. No tenía cama para que ellas pudieran dormir, así que, dormían en un sofá. Belinda comenzó a asistir con mi hijo John a la escuela Stanborough Park, donde mi esposo, Cyril, era maestro. Yo no sabía que Joan era artista, pero al poco tiempo las paredes de la guardería estaban cubiertas de hermosas flores y animales. Dijo que pintar la hacía sentirse bien, y sin duda nos hizo sentir bien a todos. Había venido por un corto período, pero finalmente estuvo con nosotros durante mucho tiempo.
En cuanto recuperó su salud, regresó con su esposo, y juntos se trasladaron a Yorkshire, de donde ella provenía. Pensé, entonces, que aquel sería el final de nuestra historia, pero no lo fue. Tiempo después, viajamos a Yorkshire a visitarlos, junto con nuestros tres hijos.
En ese momento, yo estaba totalmente entregada a mi trabajo con niños disléxicos, y descubrimos que Joan era disléxica. Esto finalmente explicaba sus muchas luchas en la escuela. Más tarde se trasladó a Kent, y nuestra amistad se consolidó. Comenzamos a escribir libros juntas. El más extenso se titula MyJourney to Dislexia [Mi viaje a la dislexia]. Su portada es tan linda, que hace que el libro cobre vida. Hemos pasado muchas horas maravillosas juntas y escrito un montón de libros más, que explican con detalle los pasos a seguir para transformar la vida de un niño disléxico en una vida de éxito: transformando los “no puedo” en “sí puedo”.
Joan aún pinta, y a pesar de que ahora tiene 83 años, todavía disfrutamos escribiendo juntas. Ella tiene un gran sentido del humor, y escribe magníficos poemas, donde su sentido del humor brota por doquier.
Qué afortunada fui porque Joan llegara a nuestra puerta hace tantos años, cuando estaba enferma. Su fe era débil, pero ahora oramos juntas por mucha gente. Cuando nuestra amistad comenzó, jamás pensamos que se convertiría en una bendición tan grande.
¿No es maravillosa la forma en que Dios nos da amigos? Cuando oramos por los demás, nuestra amistad fortalece nuestra fe y bendice a otros.
Monica Vesey