EL ESCRIBA DILIGENTE
“Este Estiras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras'(Esdras 7:6).
Estoy completamente seguro de que has leído su nombre centenares de veces, pero sabes muy poco de su vida. Te daré algunas pistas:
. Nació en Badajoz, España, cerca del año 1520.
. Ingresó en el monasterio Jerónimo de San Isidoro, en Sevilla.
. Fue atraído por las enseñanzas de Lutero y se convirtió en un adherente al movimiento de la Reforma.
. Distribuyó, en forma clandestina, ejemplares del Nuevo Testamento. Esto le valió ser perseguido por la Inquisición.
. Se refugió en Inglaterra, donde fue ordenado pastor y comenzó la traducción de la Biblia al idioma castellano, en 1562.
. En 1569, junto a Cipriano de Varela, terminó la primera traducción de la Biblia completa a la lengua castellana.
Su nombre fue Casiodoro de Reina y murió un 15 de marzo de 1594. Gracias a su trabajo, hoy millones de hispanohablantes pueden acceder a la Escritura.
En la Biblia también se menciona a un escriba y copista muy consagrado: Esdras. Como dice nuestro versículo de hoy. Dios lo prosperaba. Sin embargo, no debemos quedarnos solo en eso: Dios le otorgaba bendiciones porque él era obediente y diligente. No es común, quizás, introducir en una conversación la palabra “diligente”. Este vocablo tiene un significado muy rico. Según el Diccionario de la Real Academia Española, significa ser cuidadoso, exacto y activo. También dice que un diligente es rápido, presto y ligero en obrar.
Ni Esdras ni Casiodoro de Reina se quedaron de brazos cruzados. Ellos eran cristianos de acción: totalmente consagrados y altamente diligentes.
Hoy puede ser un día histórico. Muévete velozmente y abócate de corazón a la tarea. Sé un guardián de la Palabra; sé un multiplicador de la Palabra; sé un distribuidor de la Palabra.
“Los esfuerzos de Esdras para hacer revivir el interés en el estudio de las Escrituras adquirieron carácter permanente por la obra esmerada a la cual dedicó su vida para preservar y multiplicar los Escritos Sagrados. Recogió todas las copias de la ley que pudo encontrar, y las hizo transcribir y distribuir. La Palabra pura, así multiplicada y puesta en las manos de mucha gente, le comunicó un conocimiento de valor inestimable” (Elena de White, Profetas y reyes, p. 448).