MI ADMIRADOR SECRETO
“Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad” (Jer. 31: 3).
Séptimo grado. Esa época maravillosa, terrible, e incómoda, de pensamientos como ¿Soy linda? ¿Importo? ¡Oh, no, un grano nuevo! ¡Nooo! Y por último, aunque no por eso menos importante: Me pregunto si este año alguien me enviará una tarjeta de San Valentín.
Todas estas inseguridades se cruzaban por mi mente esa tarde fresca de febrero, justo antes del Día de los Enamorados. Luego de la escuela, entré en mi casa por la puerta de atrás y fui hasta la sala, para buscar la correspondencia. Nuestro buzón no estaba afuera de la casa, sino que recibíamos los correos a través de una ranura en la pared, al lado de la puerta de entrada, y las cartas caían al suelo. Ese día había un solo sobre en el piso. Lo levanté y lo di vuelta. Mi nombre estaba escrito allí. No había dirección, solo mi nombre. Alguien había traído personalmente algo solo para mí. Abrí el sobre ansiosamente y, para mi deleite, encontré una tarjeta de San Valentín. No había un mensaje florido en el frente; de hecho, no había ninguna palabra. Increíblemente curiosa, abrí la tarjeta. Decía: “Feliz Día de San Valentín” Pero no estaba firmada; solo había un código: GL2. ¿Qué? Mi mente no registraba ningún “GL2”. No conocía a nadie con esas iniciales; no tenía idea de lo que mi admirador secreto quería decir con ese código desconocido. Mi corazón palpitaba rápidamente mientras intentaba, sin éxito, descifrarlo. ¡Alguien pensaba que yo era especial! ¡Alguien gustaba de mí! Esta pequeña tarjeta de un remitente desconocido me cautivó, y le hizo saber a mi complicado corazón de séptimo grado que yo importaba.
¿Alguna vez te has preguntado si importas? ¿Alguna vez te has sentido menos que especial? Bueno, ¡tengo buenas noticias! Hoy llegó una tarjeta de San Valentín con tu nombre en el sobre. Está firmada con todo el amor que tu corazón puede contener y ¡es solo para ti! Dice: “Con amor eterno te he amado. Vi tus huesos crecer mientras tu cuerpo se formaba en el vientre de tu madre. Me deleito en ti; ¡incluso canto canciones sobre ti! ¡Estoy fascinado con tu belleza! Eres mío” (ver Sal. 139: 15, PDT, Sof. 3: 17; Isa.43: 1).
¿Te parece difícil creer estas palabras? Mejor, vuelve a revisar el destinatario y la firma. No hay ningún error, ni hay forma de esconderlo. ¡Esta tarjeta de San Valentín es para ti! Nunca descubrí la identidad de mi admirador secreto, pero la identidad de quien te envió este mensaje no es un secreto. Te la envió Aquel que te ama como nadie. ¡Tú importas!
DEE ANN BRAGAW