Miércoles 13 de julio 2016. Matinal jóvenes – Un justo entre las naciones
« ¡Ay de mi si no predico el evangelio!»(1 Corintios 9: 16, NVI).
El 29 de marzo de 1971, Yad Vashem, una institución israelita dedicada a investigar el tema del Holocausto, reconoció a Georg Ferdinand Duckwitz como un «justo entre las naciones». En la literatura judía dicho título se aplicaba a un extranjero que había sido solidario con los descendientes de Abraham. Georg Ferdinand Duckwitz fue uno de los muchos que brindaron su apoyo y solidaridad a los judíos mientras los nazis perpetraban las más terribles atrocidades en los campos de concentración.
¿Pero qué hace especial la ayuda provista por Duckwitz? Pues que él era un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania con asiento en Dinamarca. Sus funciones como diplomático le permitían sostener permanente comunicación con Werner Best, uno de los personajes más encumbrados del Tercer Reich. El 28 de septiembre de 1943 Best informó a Duckwitz de que los siete mil quinientos judíos residentes en Dinamarca serían llevados al campo de concentración de Theresienstadt entre el 1 y el 2 de octubre. Duckwitz, en lugar de guardar silencio y esperar pasivamente el exterminio de miles de hombres, mujeres y niños, informó del plan —a riesgo de su propia vida— a los líderes del Partido Socialdemócrata de Dinamarca, quienes avisaron a los dirigentes judíos para que tomaran medidas de inmediato. El 2 de octubre de 1943, cuando la Gestapo quiso poner en marcha su fatídico plan, más de siete mil judíos fueron llevados secretamente y durante la noche a Suecia, El mensaje dado por Duckwitz les salvó la vida.
Día tras día, el enemigo de los seres humanos, Satanás, está encerrando a millones de personas en el campo de concentración más letal que jamás haya existido: el del pecado. Por tanto, tenemos que anunciar al mundo el mensaje de salvación que conocemos. « ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y perseverante fe ruegan a Dios por ellos?» (Patriarcas y profetas, cap. 12, p. 119). ¿Dónde están los jóvenes que, como Georg Ferdinand Duckwitz, no se callarán y darán aviso de lo que se avecina sobre nuestro planeta? ¿Cuántas personas se salvarán de la destrucción eterna gracias a nuestra predicación del evangelio? ¿Eres tú un «justo entre las naciones»?
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