AMOR CONYUGAL

Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Cantares 8:7.

El gobernante mogol Shah Jahan era un guerrero valeroso, pero tuvo un matrimonio de conveniencia. Fue obligado a contraer matrimonio con una princesa de un país vecino. Con las nupcias, se aseguraba la paz entre las dos naciones y ambos reinos obtendrían mutuos beneficios. Pero el corazón de Shah Jahan había sido conquistado por otra joven, Mumtaz Mahal, de la que se enamoró a primera vista, y al fin se casó con ella. Los esponsales fueron fastuosos. En medio de los encajes y ramilletes de flores y de las princesas más bellas de los reinos vecinos, Mumtaz se destacaba por su belleza y su porte de reina.

Sha Jahan tuvo trece hijos con Mumtaz, pero cuando ella iba a dar a luz al decimocuarto, hubo una complicación en el parto y murió.

El rey Shah Jahan, quinto en la dinastía mogol, entró en un profundo estado de depresión. Cuentan los cortesanos que envejeció prematuramente. Cuando salió del abismo de la depresión, Shah Jahan decidió construir en honor a su esposa un mausoleo deslumbrante, y en ello invirtió toda su fortuna.

Durante 22 años, veinte mil obreros y mil elefantes transportaron hasta Agra mármoles y piedras preciosas desde los más apartados lugares del mundo. Pero Shah Jahan no vivió mucho tiempo para ir a visitar a su esposa en el mausoleo, porque uno de sus hijos le dio muerte y se apoderó del reino.

El mejor homenaje a la esposa no debiera ser un monumento póstumo, sino el trato amable y caballeroso, la cortesía y la dedicación de los mejores afectos a la mujer que Dios nos ha dado, o la que nosotros elegimos. Amémosla porque ella renunció a todos los varones del mundo entero para dedicarse exclusivamente a nosotros. Es un homenaje grandioso que ella nos ha hecho.

Dios valora el amor conyugal, lo promueve y lo defiende. Jamás pienses en traicionar la confianza de tu esposa. Hónrala con tu lealtad y agrádala con tiernos cuidados.