EL DEMONIO DE TASMANIA

“Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó” (Lucas 8:33).

Así como el 12 de octubre de 1492 es un día histórico porque se recuerda la llegada de Cristóbal Colón a América, el 13 de diciembre de 1642 también lo es, ya que ese día el marino, explorador y comerciante neerlandés Abel Tasman llegó a la isla de Van Diemen (hoy conocida como Tasmania, en su honor) y a Nueva Zelanda.

Tasman y su equipo elaboraron mapas y realizaron exploraciones en la región. Su trabajo principal era la investigación del territorio conocido como “Nueva Holanda” (hoy Australia), isla de la cual solo la costa occidental habían descubierto los holandeses; debía determinar si la zona pertenecía a la Terra Australis, un continente imaginario con orígenes en la Grecia clásica, que solía aparecer en los mapas europeos.

Así, Tasman anhelaba localizar un nuevo e inexplorado continente, con fines comerciales. Si bien no lo consiguió, sus expediciones han sido de las más fructíferas de la historia.

Tal vez conocías el nombre de “Tasmania” por el famoso dibujo animado llamado el “Demonio de Tasmania”. Esta caricatura está basada en un animal real. Se trata de una especie de marsupial carnívoro que solamente vive en la isla de Tasmania. Tiene el tamaño de un perro, y es de cuerpo robusto y musculoso. Así y todo, desarrolla una velocidad asombrosa, trepa árboles y nada en ríos. Además muerde, grita y es muy feroz.

Si bien no se caracteriza por matar seres humanos, ¡te aseguro que no te gustaría tener a uno enfurecido frente a ti! Tiene una mordida muy poderosa y dientes muy afilados.

En la historia del versículo de hoy, Jesús expulsa a los demonios, y los jóvenes poseídos reciben perdón y paz. Antes vivían en el oprobio y la decadencia humana. Así de nefasto es el pecado; lo único que hace es degradarte.

Hoy puede ser un día histórico si descubres que este mundo no es tu hogar, que debes prepararte para el cielo. Y si decides alejarte de toda práctica o hábito que te esclavice, Dios te dará su poder.

“Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser atendido. Los que consienten en hacer un pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza” (Elena de White, El ministerio de curación, p. 62).