Miercoles 12 de Junio – EL DRAMA DE LA MUJER DE JOB – Matinal Damas

LA ESPOSA DE JOB

EL DRAMA DE LA MUJER DE JOB

Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero. Job 42:12.

Cuando la esposa de Job se casó, hizo un pacto de fidelidad con su esposo, viniere lo que viniere. Pero un día lo perdieron todo, y quedaron sumergidos en un pantano de sufrimientos indecibles.

Como si lucharan entre arenas movedizas, Job y su esposa se hundían cada vez más en su desventura. Un día el patriarca amaneció cubierto de una “sarna maligna” (Job 2:7). Acicateado por un picor persistente (vers. 8), presa de insomnio (Job 7:4), con sus heridas llenas de gusanos y su piel agrietada y supurando (vers. 5), el hombre rico y justo se iba consumiendo.

La esposa de Job se angustió al ver al compañero con el que había vivido tantos momentos felices postrado en la ceniza. Ella misma había perdido a todos sus amados hijos, a los que llevó en su seno y dio a luz en partos dolorosos, a los que amamantó y protegió con esmero, y desde el abismo de su angustia expresó con un lamento desgarrador: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). ¡Era el grito de una mujer que lo había perdido todo!

Cuando llegamos al último capítulo de la historia de Job, donde Dios reprende a sus amigos, no tiene ni una palabra de condenación o reprensión para su esposa. Cuando Job es restaurado, su esposa también lo es. Ella expresó su dolor y frustración, pero Dios entendía lo que padecía esta esposa y madre que había perdido a sus diez hijos en un mismo día.

Hay muchos ejemplos bíblicos de la manera en que Dios reconocía el dolor de una madre. Ana lloró ante el altar con tal desesperación que el sacerdote pensó que estaba ebria; Raquel, en su dolor de no poder darle hijos a Jacob, lloró ante su esposo, y Dios la oyó; su hermana Lea, sabiéndose menospreciada por su esposo, clamó a Dios, y él la colmo de hijos.

El Dios compasivo se conmueve también ante tu sufrimiento, y no te condena por expresar tu dolor, sino que tiene compasión de ti, como la tuvo de esta esposa y madre. –LMG

Radio Adventista

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