Miercoles 12 de Dic. – FE QUE ABRE PUERTAS, LITERALMENTE – DM. Jóvenes

FE QUE ABRE PUERTAS, LITERALMENTE

«Les aseguro que para entrar en el reino de Dios, ustedes tienen que cambiar su manera de vivir y ser como niños». Mateo 18: 3, TLA

SIEMPRE HE ESCUCHADO sermones acerca de la fe pura y sencilla que solo pueden ejercer los niños. Pero una cosa es leer o escuchar acerca de ella y otra muy distinta es verla en acción con tus propios ojos.

Lo que te contaré me sucedió en presencia de mis hijos, Daniel de once años y Rossana de ocho. Todas las mañanas, al salir de casa, lo primero que hago es llevarlos a la escuela. La entrada a la escuela es a las siete y media de la mañana, con diez minutos de «misericordia». Así que después de las 7:40 en punto no se puede entrar a clase.

Generalmente salimos y llegamos a tiempo, a pesar del tráfico. Pero una mañana, luego de la devoción matinal, subimos al auto, oramos y salimos; pero al llegar a la salida de la urbanización, el portón no quería abrir. Oprimí el botón varias veces, pero no obtuve ningún resultado. Empecé a impacientarme, necesitaba al menos quince minutos para llegar al colegio y ya el reloj marcaba las 7:25. Eso quería decir que el portón debía abrirse en ese preciso momento o de lo contrario los niños no irían a clases ese día.

En ese momento mi hijo Daniel interrumpe mi desesperación y me dice: «Papá, hay algo que no hemos hecho: orar». Así que él mismo oró y con sencillez puso el caso en manos de Dios: «Dios, si tú quieres, puedes abrir este portón eléctrico». Aunque lo creas o no, al decir «amén» no solo se abrieron nuestros ojos, también se abrió el portón. A pesar de eso, yo, incrédulo aún, empecé a mirar a todos lados, buscando a la persona que nos «había hecho el favor», pero no vi a nadie. Fue entonces cuando mi niña remató mi escepticismo al decirme: «Papá, fue Dios. No busques a nadie más».

Cuando finalmente cruzamos el portón y tomamos la avenida que todos los días estaba congestionada, y que ese día no solo estaba libre, sino que todos los semáforos estaban verdes y el recorrido que normalmente hacemos en quince minutos, ese día lo hicimos en solo diez minutos.

Ese día mi fe creció y también la de mis hijos, comprendí que la fe abre puertas, literalmente.

¿Estás frente a una puerta cerrada hoy? Te invito a tener fe y verás los resultados.

Emilio Perche

Venezuela

Radio Adventista

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