“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo” (Filipenses 4:6, NTV).
Pareciera increíble que se haya utilizado un escáner de más de un millón de libras esterlinas y dedicado una semana entera a buscar a “Nessie”, el supuesto monstruo del lago Ness. Una flotilla de 24 botes y tres sonares fueron usados para ello. Pero, ese 11 de octubre de 1987, tras más de siete días de búsqueda, no hallaron nada.
La leyenda del monstruo se remonta al siglo V pero, recién en la década de 1930, el mito fue mundialmente conocido. En 1933, George Spicer y su esposa dijeron haber visto al monstruo -que medía entre 12 y 15 metros de largo-, al cruzar por un camino cercano al lago. “Aceleré ni bien lo vi, pero había desaparecido para el momento en que llegué al lugar”, afirmó, jurando decir la verdad.
Desde entonces, muchísimas personas afirmaron haberlo visto. Y los fraudes también se han multiplicado. En la década de 1970, una fotografía tomada por Robert Rhines atrajo la atención mundial. Mostraba las aletas, o la cola, del “monstruo”. Incluso llegaron aponer un nombre científico al supuesto monstruo: “Nessiteras Rhombopteryx”. Luego, se comprobó que la imagen fue retocada digitalmente, para engañar. ¡El monstruo nunca existió!
Así sucede con los “monstruos” creados por nuestra mente, generalmente relacionados con un futuro que nos parece inquietante. La ansiedad es una problemática emocional actual muy frecuente. Hasta un 20% de personas sufre alguna forma de ansiedad patológica, que requiere tratamiento: fobias, trastornos de pánico, ansiedad generalizada, sensación de inseguridad y aprensión constantes, también se presentan síntomas físicos como mareos, ahogos, dolores de cabeza, etc.
Al ir acercándonos al final del año, nuestros “monstruos” se agrandan, por los resultados del año en curso: ¿Terminaré bien mi año escolar? ¿Alcanzaré mis objetivos laborales?; y por lo que sucederá el año próximo: ¿Qué voy a estudiar? ¿Conseguiré trabajo? ¿Podré empezar aquello que siempre soñé? En psicología, se conoce como pensamiento catastrófico a aquel que lleva a pensar solo en las consecuencias negativas de cada acontecimiento, lo que provoca ansiedad e incertidumbre y hace olvidar lo positivo.
¿Cómo vencer a esos “monstruos” del futuro? En primer lugar, debemos recordar que más del 80% de lo que tememos para el futuro jamás ocurrirá. Pero, aun cuando suceda lo peor, recordemos que, si ponemos nuestra vida en las manos de Dios, incluso el peor escenario puede traer bendición a nuestra vida. La clave está en aprender a descansar en Dios. Cuando le confiamos nuestra vida y nuestro futuro, los monstruos desaparecen. MB