PRIORIDADES
«Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33).
Conociendo la naturaleza humana, en su primer sermón oficial, el Hijo de Dios inició su ministerio enseñando los principios fundamentales de su reino. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia es la regla que se invita a seguir, y juntamente con ella, se promete la satisfacción de las necesidades más importantes de la vida. El principio es simple y promisorio pero, puede tener diferentes alcances. ¿Se trata de un medio para alcanzar prosperidad? ¿O es, más bien, la clave para vivir confiado?
Cuando Jesús fue tentado en el desierto para suplir sus propias necesidades, siendo aquejado por el hambre, afirmó: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios» (Lucas 4:4).
Cuando el patriarca Job soportaba pacientemente sus sufrimientos exclamó: «Aunque él me mate, en él esperaré» (Job 13:15).
Cuando la vida de Sadrac, Mesac y Abed-nego era amenazada por su fidelidad a Dios, subrayaron que se mantendrían firmes, aun si no obtuviesen la liberación de sus propias vidas. Entonces expresaron convencidos: «Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado» (Daniel 3:17-18).
Hoy día a muchos se les hace difícil obedecer los principios divinos cuando está en juego el sustento diario. ¡Qué decir si estuviese en peligro la vida! Cuando las cosas van mal, muchos se ven tentados a transgredir los principios para salvar la situación. Cuando el horizonte se ve oscuro y no podemos explicar las pruebas que atravesamos, nos vemos tentados a desconfiar de Dios y de sus promesas. Cuando la pobreza y los sufrimientos nos afligen el tentador trata de destruir nuestra confianza en Dios, acusándolo de no intervenir para cambiar las cosas. Es entonces cuando podemos tomar una gran decisión. Poner primero a Dios y confiar que él tomará nuestras necesidades y problemas en sus manos.
La historia bíblica registra que llegaron ángeles para socorrer al Salvador en el desierto (Mateo 4:11). Que Dios quitó la aflicción y «bendijo el postrer estado de Job más que el primero» (Job 42:10, 12). Que los jóvenes hebreos fueron honrados con la presencia de Cristo, en medio de las llamas del horno ardiente (Daniel 3:30).
Meditemos hoy en este principio fundamental del evangelio, con la certeza de que podemos esperar el cumplimiento de cada una de las promesas divinas, mientras confiemos en Dios y andemos en sus caminos.