Miercoles 03 de Mayo del 2017 – LA CIENCIA DE LA ORACIÓN – Devoción matutina para adultos

LA CIENCIA DE LA ORACIÓN

«Oren en todo momento. Den gracias a Dios por todo». 1 Tesalonicenses 5: 17, 18, DHH

LAS LECCIONES DE CRISTO con respecto a la oración deben ser cuidadosamente estudiadas. Hay una ciencia divina en la oración, y Cristo presenta un principio que todos necesitamos comprender. Demuestra lo que es el verdadero espíritu de oración, enseña la necesidad de la perseverancia al presentar a Dios nuestras peticiones, y nos asegura que él está dispuesto a escucharnos y a contestar nuestras súplicas.

Nuestras oraciones no han de consistir en peticiones egoístas, simplemente para nuestro propio beneficio. Hemos de pedir para poder dar. Los principios en la vida de Cristo han de ser los principios en nuestra vida. «Por ellos —dijo Cristo, refiriéndose a sus discípulos— yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad» (Juan 17:19). La misma devoción, la misma abnegación, la misma sujeción a las declaraciones de la Palabra de Dios que se manifestaron en Cristo, deben verse en sus siervos. Nuestra misión en el mundo no es servirnos o agradarnos a nosotros mismos. Hemos de glorificar a Dios cooperando con él para salvar a los pecadores. Debemos pedir bendiciones a Dios para poder transferirlas a los demás. Solo al dar podemos preservar nuestra capacidad de recibir. No podemos continuar recibiendo tesoros celestiales sin compartirlos con aquellos que nos rodean.

En la parábola [ver Luc. 11: 5-10], el solicitante fue rechazado, pero no desistió de su propósito. A veces nuestras oraciones no parecen recibir respuesta inmediata, pero Cristo enseña que no debemos dejar de orar. La oración no tiene por objeto producir algún cambio en Dios, sino ponernos en armonía con él. Cuando le pedimos algo, él podría ver que necesitamos examinar nuestros corazones y arrepentimos del pecado. En consecuencia, nos hace pasar por una prueba, nos hace pasar por la humillación a fin de que veamos lo que impide la obra de su Santo Espíritu por medio de nosotros.

El cumplimiento de las promesas de Dios es condicional, y la oración no sustituirá nunca el deber. «Si ustedes me aman —dice Cristo—, obedecerán mis mandamientos» (Juan 14: 15, NVI). «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él» (Juan 14:21, RVA). Los que presentan sus peticiones a Dios, al tiempo que no cumplen las condiciones insultan al Señor. Invocan el nombre de Cristo para el cumplimiento de la promesa, pero no hacen las cosas que demostrarían fe en Cristo y amor por él.— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 12, pp. 108-109.

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