Martes 23 de agosto. Matutina para dultos – Viaje con los judíos – 4

Martes 23 de agosto. Matutina para dultos – Viaje con los judíos – 4

«Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia». 2 Timoteo. 3: 15, 16, NVI

SI JESÚS TENÍA RAZÓN y «la salvación viene de los judíos», entonces, para cualquier verdad que Dios les confiara al comienzo de la historia de la salvación, ¿no se deduciría que el sujetalibros a juego al final de la historia abrazaría la misma verdad? Entonces, ¿qué creían?

Mi amigo Clifford Goldstein, judío que se hizo adventista, identifica en su libro El remanente diez principios de los judíos. Convirtámoslos en once.

Principio 1: El monoteísmo. En el mundo gentil del politeísmo, era una confesión radical: «Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es» (Deut. 6: 4). ¿Una nueva verdad? No, tan antigua como el mundo, pero una verdad que necesitaba desesperadamente ser restaurada.

Principio 2: El sábado. Otra verdad que se remontaba directamente al comienzo primigenio de la tierra, pero una verdad perdida y olvidada para cuya defensa renovada el Creador necesitaba un pueblo.

Principio 3: Los Diez Mandamientos. Claro está: las naciones circundantes de Israel poseían códigos y leyes civiles y religiosos, pero nada como la profunda simplicidad y la envergadura del Decálogo de Dios.

Principio 4: La verdad sobre la Creación. Sus vecinos propagaron mitos absurdos y tontos sobre la forma en que el mundo llegó a la existencia. Los elegidos de Dios fueron suscitados para contar la verdad sobre un Creador amante que busca relacionarse con todos sus hijos de la tierra.

Principio 5: El Santuario. Los vecinos gentiles tenían sus templos, pero con ellos iban de la mano la prostitución ritual y los sacrificios humanos. Israel contaba la antigua verdad de un sacrificio divino, un Cordero de Dios para quitar los pecados del mundo. Ninguna religión se enfrentó al problema del pecado y al don de la salvación como el remanente elegido.

Principio 6: La verdad sobre la muerte. De todos los pueblos, solo los hebreos enseñaban que la muerte es un sueño inconsciente y que el Dios creador es la única Fuente inmortal de vida.

Principio 7: La vida sana. En un mundo que no sabía nada sobre el colesterol y la grasa, las enfermedades cardíacas ni el cáncer, Dios infundió en su remanente la enseñanza de alimentos limpios e inmundos, principios de salud dietética fundados en la dieta natural del Edén.

No es de extrañar que Pablo pudiera ser tan inequívoco para el elegido de nuestro texto de hoy. Los principios del Libro Sagrado de los judíos «pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús».

 

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