Domingo 3 de Julio 2016. Matutina para Damas – Vida, mucha vida
«¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?» (Mat. 16:26).
“Aspiren al cielo, y obtendrán la tierra por añadidura; aspiren a la tierra, y no tendrán ni lo uno, comenzamos ni lo otro”. C.S. Lewis
¿A QUÉ. ASPIRAMOS en la vida? ¿A vivir sin dificultades o a vivir según los principios del reino de Dios? Cuando aspiramos a seguir en las huellas del Maestro, ciertos conflictos o dilemas dejan de ser tales para nosotras, porque nos mueven el amor, la paz, la justicia, el perdón… Es el apego al provecho que podemos obtener de las cosas de esta tierra lo que nos rebaja tantas veces a actuar al margen de los principios de Dios. Existe un gran contraste entre quien busca lo pasajero y quien persigue la bendición divina, incluya o no ventajas temporales.
La vida comienza cuando nos ponemos en consonancia con aquel que es la vida. Sus principios, que rigen el cielo, algún día serán instaurados aquí en esta tierra. Esos principios no buscan el bien para uno mismo, sino hacer el bien a los demás. Por eso C. S. Lewis, el autor de nuestra frase de hoy, afirma: «Si leemos la historia, veremos que los cristianos que más hicieron por el mundo presente, fueron precisamente los que más se ocuparon del venidero». Dicho en otras palabras: cuando centramos nuestra vida aquí en buscar el reino de Dios y su justicia es cuando a ser activos para favorecer los principios que representa. Dios no gobierna este mundo, pero sí nos gobierna a nosotros, los cristianos, por eso este mundo cambia cuando cambiamos nosotros, cuando vivimos bajo el lema divino: amaos los unos a los otros (ver Juan 13:34).
Pablo nos da la clave de cómo vivir aquí en esta tierra esa vida que es vida de verdad: «A nada le concedo valor si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor» (Fil. 3: 8). Conocer a Cristo cambia por completo nuestra perspectiva de la vida y nuestra manera de vivirla. Hagamos historia en este mundo viviendo como viviremos en el otro, y de ese modo sacaremos el máximo provecho de la vida aquí y recibiremos la vida allá. Solo los principios de Dios permanecen.
Solo los principios de Dios dan la vida. Aspiremos a vivir de tal manera que todos se den cuenta de que nuestras miras están puestas más allá de este mundo que, por otra parte, no permanecerá para siempre.