Lunes 26 de diciembre. Matutina para damas – “El que avisa no es traidor”
«No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará» (Prov. 9: 8, NVI).
“No hay cosa más fácil que dar consejo ni más difícil que saberlo tomar”. Lope de Vega
CUENTA UNA HISTORIA que un hombre rico que vivía en una zona montañosa, conducía cada sábado su flamante Porsche por las peligrosas curvas que llevaban hasta su casa. Él, sin embargo, se sentía seguro: tenía un excelente auto, era un excelente conductor y conocía excelentemente bien el camino. Uno de esos sábados, al acercarse a una peligrosa curva, redujo la velocidad como siempre, cuando, del otro lado, surgió de pronto un vehículo fuera de control. Aquel auto estuvo a punto de despeñarse, pero logró evadir el precipicio. Luego dio varios zigzags y, tras casi embestir al Porsche, volvió a su carril. La mujer que lo conducía bajó entonces la ventanilla y gritó a todo pulmón: «¡¡¡Cerdo!!!».
«¿Qué? —pensó el hombre—, ¿Cómo se atreve a decirme eso? ¡Yo estaba en mi carril, era ella la que venía mal!» Exasperado, gritó a su vez: «¡¡¡Cerda!!!». Y continuó su camino pensando: «Le he dado su merecido». Acto seguido, al dar la curva, se estrelló contra un cerdo.
¿Te ha sucedido alguna vez que intentaste avisar a alguien de que corría un peligro, o le diste un consejo con la mejor intención del mundo y la persona se volvió en tu contra? De hecho, sucede muchas veces que, por orgullo herido, o por estar como estamos ensimismados, no sabemos – encajar los consejos, las críticas o los comentarios, aun cuando se hayan hecho con la única intención de ayudar. La realidad simplemente es así, no siempre un consejo es bien recibido porque señala un defecto, molesta, o va en contra de lo que uno quiere o es. Da tristeza que sea así, pero como todos nos sentimos tan seguros y tan expertos, nos cuesta reconocer que algo va mal. Cuánto mejor sería poder reconocer una verdad cuando nos la dicen, simplemente aceptando con sencillez que no lo sabemos todo.
Los consejos no suelen sentar bien. Doler nos duele a todos, pero ¿cómo reaccionaremos ante los consejos que nos dan? ¿Dejaremos de dar consejos a nuestros hermanos para no recibir su rechazo? No tengo las respuestas, pero yo prefiero seguir haciéndolo aun a costa de que me interpreten mal, porque me siento responsable de ellos.