Martes 13 de diciembre. Matutina para damas – “El amor perfecto”
«El amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios» (1 Juan 4:7).
“Ámense sinceramente unos a otros”. El apóstol Pablo
CUENTA UNA HISTORIA que una joven ciega tenía un novio que la amaba y le pedía insistentemente que se casara con él. Ella que, condicionada por la dura circunstancia de su vida, no sabía querer, le contestaba: «Si pudiera ver, me casaría contigo». Un día, fue sometida a una operación quirúrgica que le devolvió la vista. Pero cuando su novio se acercó a ella por primera vez tras la cirugía y le reiteró su proposición de matrimonio, ella lo miró con desagrado, pues estaba ciego. La joven rechazó la propuesta y él se fue triste. Tiempo después, le escribió esta breve nota: «Por favor, cuida bien de mis ojos».
Qué gran contraste existe entre el amor incondicional y el amor interesado; entre el amor que proviene de Dios y el amor humano.
El amor humano parece secarse cuando es ofendido con palabras o hechos; «pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores [es decir, que lo ofendíamos con nuestras palabras y hechos], Cristo murió por nosotros» (Rom. 5: 8).
Nosotras queremos a quienes nos quieren; pero a quienes nos odian, nos hacen mal, o consideramos enemigos, no. El Señor, sin embargo, nos dice: «Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos» (Mat. 5:44-45).
El amor al que estamos acostumbradas siente miedo a perder, por eso se manifiesta celoso y posesivo; en cambio «el amor perfecto echa fuera el miedo […]. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente» (1 Juan 4: 18).
La forma de querer a la que Dios nos llama «es sufrida, es benigna, no tiene envidia, no es jactanciosa, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (ver 1 Cor. 13:4-7, RV95). Nuestra forma de querer… difiere un poco. Bastante.
¿Cómo van tus progresos en eso de aprender a amar? Para que en ese departamento nos vaya bien, ha de irnos bien con Dios, ya que el amor perfecto solo de él viene.