Martes 6 de septiembre. Matutina para damas – Dios quiere hacerte feliz
«No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros […] conforme a la voluntad de Dios» (Rom. 8: 26-27, NVI).
“Solo llegamos a la felicidad cuando obtenemos primero la rectitud”. Timothy Keller
Hombre:¿Dios?
Dios:¿Sí?
Hombre:¿Puedo preguntarte algo?
Dios:Por supuesto
Hombre:¿Qué es para ti un millón de años?
Dios:Un segundo.
Hombre:¿Y un millón de dólares?
Dios:Un céntimo.
Hombre:Señor, ¿podrías darme un céntimo?
Dios:Espera un segundo.
Así de cómicas nos resultarían a veces nuestras conversaciones con Dios si pudiéramos observarlas desde afuera. Nos daríamos cuenta de que muchas de nuestras oraciones muestran un problema de fondo: nuestro deseo de utilizar a Dios a nuestro antojo para obtener de él aquellas cosas que anhela nuestro corazón. Como si él se dejara. Afortunadamente, él nos ama demasiado como para eso, y sabe interpretar el verdadero anhelo del alma humana.
Dios sabe que existe una única forma de felicidad para todas nosotras, sus hijas. Esa felicidad se alcanza únicamente a través de una búsqueda sincera del amor del Padre. Por desgracia, nosotras tratamos de alcanzarla de formas bien distintas, por ejemplo codiciando aquello que, como bien sabe Dios, no conduce a una vida feliz, aunque a nosotras nos parezca que sí. Codiciar es, en realidad, buscar sucedáneos de lo que necesitamos. Dios rechaza nuestra codicia, pero está más que dispuesto a guiarnos por el camino de la verdadera felicidad; por eso desea reemplazar en nuestro corazón la codicia por el afán de seguirle a él.
No podemos manipular a Dios, ni siquiera a través de nuestra obediencia. No podemos usarle para que nos dé las cosas que queremos. Nuestro Dios es diferente. Él sale a nuestro encuentro, sabiendo lo que realmente necesitamos, y nos lo ofrece. ¿Nos dejaremos encontrar por él? ¿Aceptaremos su ofrecimiento? ¿Confiaremos en que él sabe qué es lo que nos conviene? Entonces empezaremos a