Jueves 29 de diciembre. Matutina para damas – “Digna del paraíso”

Jueves 29 de diciembre. Matutina para damas – “Digna del paraíso”

«El amor […] no busca lo suyo» (1 Cor. 13:5, RV60).

“Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. Apóstol Pablo

CUENTA UNA HISTORIA que en una pequeña ciudad de Polonia vivían varias familias judías, todas ellas pobres y sin estudios, que competían las unas con las otras para poder ganarse la vida. En aquella comunidad había un hombre culto y rico al que todos admiraban por su piedad. Un día, este hombre invitó a su casa a doce de sus vecinos, que se sintieron sorprendidos y complacidos por la invitación, que decía: «Isaac los invita el martes a las seis a una comida digna del paraíso». Y el día señalado, asistieron todos puntualmente a la cita.

Cuando llegaron a casa de Isaac, uno de sus criados los dirigió al comedor, donde estaba el anfitrión ya sentado a una mesa elegantemente dispuesta. Y llegó el primer plato: sopa. Pero solo el anfitrión fue servido. «Mmmmm, esta sopa está deliciosa», dijo; y ordenó traer el segundo plato ante el asombro de sus invitados. Una vez más, el único en recibir su plato fue Isaac. «No se imaginan lo que se están perdiendo —dijo—, este plato está delicioso». Uno de los invitados, no pudiendo contenerse más, dijo: «Señor, no lo entiendo. ¿Acaso nos ha invitado para burlarse de nosotros? Se suponía que esta sería una cena digna del paraíso, pero usted es el único que está comiendo y todos los demás tenemos que verle comer». Isaac sonrió: «¿Acaso creen ustedes que el paraíso es un restaurante? ¿O un lugar donde uno va a servirse solo a sí mismo? No… el paraíso es un lugar en donde todos se aman los unos a los otros lo suficiente como para disfrutar viendo la felicidad de los demás».

Hay ciertas experiencias que son reveladoras de nuestra falta de amor; como ver a alguien conocido, o incluso a una amistad, teniendo éxito en la vida y sentir envidia. O disfrutar de una gran bendición y no tener la iniciativa de compartirla con los demás, sino disfrutarla a solas. Esas actitudes no son dignas del paraíso. En nuestro paraíso aquí en la tierra, previo al que disfrutaremos en el cielo, bien podemos comenzar a entrenarnos en esto del amor. El amor siempre da preferencia a los demás, disfruta del bien ajeno, se pone en segundo plano. Si no, no es amor.

Radio Adventista

View all contributions by