Viernes 14 de octubre. matutina para adultos – “Reparadores de la brecha – 4”
«Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas “delicia”, “santo”, “glorioso de Jehová”, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová. Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra y te daré a comer la heredad de tu padre Jacob. La boca de Jehová lo ha hablado». Isaías 58: 13, 14
EL SALUDO HEBREO es hermoso: «Sabbat salom»: «Que la paz del sábado sea contigo». ¡Qué saludo y qué solución más apropiados para una comunidad posmoderna de fe carente de tiempo como la nuestra! No es casualidad que, tras su apasionado llamamiento a que su pueblo atienda las necesidades físicas y económicas de los pobres, Dios concluya con su propio llamamiento de Sabbat salom. Es casi como si quisiera recordarnos que la genuina Sabbat salom no solo trae paz divina a aquellos que (¿cómo lo expresó él?) llaman «al sábado “delicia”, y al día santo del Señor, “honorable”» (Isa. 58: 13, NVI), sino que es el día que aporta la paz del Señor a los hijos de la tierra que más la necesitan.
Al final de nuestras frenéticas semanas, ¿nos queda poco dinero y ningún tiempo para los pobres? Jesús declara: «Está permitido hacer el bien en sábado» (Mat. 12: 12), lo que, interpretado, quiere decir que las tardes de sábado son un don de Dios, a través de ti, para los pobres, los que sufren, los solitarios y los necesitados. ¿Necesitas estar con tu familia? Entonces, un sábado por la tarde lleva contigo a tu familia para estar con los necesitados. ¿Quieres estar con tus amigos? Entonces, lleva contigo a tus amigos para ayudar a los pobres un sábado por la tarde. ¿Quieres disfrutar del descanso del sábado? Entonces, lleva el descanso de Jesús a alguien necesitado un sábado por la tarde.
Estoy seguro de que puedes preparar una lista de actividades de Sabbat salom para el sábado de tarde más larga que esta: trabajo misionero para alcanzar a los pobres de un barrio marginal; «orquestinas de esperanza» para hospitales; visitas a asilos (cantos, lectura, grupos de oración); invitar a una familia solitaria y marginada a casa a la comida del sábado; adoptar a un estudiante para cualquier comida de sábado; poner en marcha un apostolado de «comidas de sábado sobre ruedas» para personas que no pueden salir de casa por distintos impedimentos; escribir cartas y postales para gente que se siente sola (pídele nombres a tu pastor); crear y mantener un portal personal de Internet para gente solitaria; limpiar de nieve la entrada a la casa de personas de la tercera edad (¡encuentra alternativas creativas si vives en un sitio cálido!), etcétera. Para los que, viviendo en el tercer milenio y estando tan faltos de tiempo, deseamos verdaderamente abrazar la solidaridad de Jesús con los pobres, ¿no es el sábado el don perfecto?