Lunes 27 de junio 2016. Matutina para adultos – Entropía crónica
«Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo». Juan 16: 33
ME ENCONTRABA AFUERA de mi casa, caminando en medio del frío de Míchigan antes del amanecer, pensando en la avalancha de titulares interminables a los que últimamente estamos acostumbrados. Y mientras reflexionaba en todo ello, me vinieron a la mente dos palabras: «Entropía», una palabra que los científicos han metido en la segunda ley de la termodinámica para describir la desintegración gradual que experimenta nuestro universo, que va degradándose, lenta pero implacablemente, hacia el desorden. Con «entropía», también me vino a la cabeza la palabra «crónica» (como en la tos o el dolor de cabeza crónicos), porque, ¿cómo, si no, se puede explicar la incesante marcha de malas noticias que se ha convertido en nuestro pan de cada día? Así, en estos días, «entropía crónica» se convierte en una descripción adecuada de la vida en el planeta, que marcha incesantemente hacia la desintegración. ¿No estás de acuerdo?
No es una noción muy alegre, lo entiendo. Y por eso, a ese par de palabras es preciso que le añadamos otro rápidamente. Porque si leemos correctamente las porciones apocalípticas de las Sagradas Escrituras (Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, junto con Daniel y el Apocalipsis), la entropía crónica que todas describen no es más que el heraldo del segundo advenimiento de Cristo y de la restauración final de todo el cosmos previamente destinado a la desintegración. Y eso quiere decir que el más lamentable de los titulares con los que vivimos estos días —desde la debacle económica y moral de la sociedad hasta la desintegración ecológica y eclesiástica del mundo— es la certidumbre profética de que, pisando los talones de la peor noticia, viene la promesa de la mejor noticia de todas: el pronto regreso de Jesús. «Entropía crónica», te presento a otro par de palabras: ¡«Esperanza bienaventurada»!
No es de extrañar que, en la víspera misma de su propia muerte, Jesús pudiera hacernos un llamamiento a una confianza tan optimista: «En el mundo van a afrontar un titular debilitante tras otro, pero no importa; tengan buen ánimo, porque yo he vencido a la entropía crónica de este siglo; y voy a volver por ustedes» (ver Juan 14: 1-3; 16: 33).
Sopesa esta reflexión sobre la promesa de Jesús: «Con independencia de cuál pueda ser la tribulación que nos sobrevenga en el mundo, hemos de tener buen ánimo, sabiendo que Cristo ha vencido al mundo. Tendremos tribulación en el mundo, pero paz en Jesucristo. Volved los ojos, apartándolos de vuestro interior, y recurrid a Jesús, que es vuestro único ayudador» (Review and Herald, 19 de mayo de 1896).
«Entropía crónica», te presento al Salvador y ¡ten buen ánimo!