Domingo 29 de enero. matutina para adultos – Engaños del tiempo del fin
«Aunque eres débil, te has mantenido fiel tanto a mi mensaje como a mi persona». Apocalipsis 3: 8, LPH
LOS REAVIVAMIENTOS POPULARES son provocados demasiado a menudo por apelaciones a la imaginación, que estimulan las emociones y satisfacen la inclinación por lo nuevo y extraordinario. Los conversos ganados de este modo manifiestan poco deseo de escuchar la verdad bíblica, y poco interés en el testimonio de los profetas y apóstoles. El servicio religioso que no posea un carácter un tanto sensacional no tiene atractivo para ellos. Un mensaje que apela a la fría razón no produce efecto alguno en ellos. No tienen en cuenta las claras amonestaciones de la Palabra de Dios que se refieren directamente a su destino eterno.
Para toda alma verdaderamente convertida la relación con Dios y con los asuntos eternos será el gran tema de la vida. ¿Pero dónde se nota, en las iglesias populares de nuestros días, el espíritu de consagración a Dios? […]
En muchos de los reavivamientos religiosos que se han producido durante el último medio siglo, se han dejado sentir, en mayor o menor grado, las mismas influencias que se ejercerán en los movimientos venideros más extensos. Hay una agitación emotiva, mezcla de lo verdadero con lo falso, muy apropiada para extraviar a uno. No obstante, nadie tiene por qué ser seducido. A la luz de la Palabra de Dios no es difícil determinar la naturaleza de estos movimientos. Dondequiera que los seres humanos descuiden el testimonio de la Biblia y se alejen de las claras verdades que sirven para probarnos y que requieren abnegación y desprendimiento del mundo, podemos estar seguros de que Dios no dispensa allí sus bendiciones. Y al aplicar la regla que Cristo mismo dio: «Por sus frutos los conoceréis» (Mat. 7: 16), resulta evidente que estos movimientos no son obra del Espíritu de Dios.
En las verdades de su Palabra, Dios ha dado a la humanidad una revelación de sí mismo, y a todos los que las aceptan les sirven de escudo contra los engaños de Satanás. El descuido en que se tuvieron estas verdades fue lo que abrió la puerta a los males que se están propagando ahora en el mundo religioso. Se ha perdido de vista en sumo grado la naturaleza e importancia de la ley de Dios. Un concepto falso del carácter perpetuo y obligatorio de la ley divina ha hecho incurrir en errores respecto a la conversión y santificación, y como resultado se ha rebajado el nivel de la piedad en la iglesia. En esto reside el secreto de la ausencia del Espíritu y poder de Dios en los reavivamientos religiosos de nuestros tiempos.— El conflicto de los siglos, cap. 28, pp. 457-459.