Martes 13 de diciembre. Matutina jóvenes – Una entrega completa
«Dios nos escogió en Cristo desde antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos y sin defecto en su presencia» (Efesios 1: 4).
El pasaje con el cual inicia la reflexión de hoy es uno de los textos más motivadores y desafiantes de la Palabra de Dios. Pablo dice que «Dios nos escogió». ¿Has pensando en lo maravillosa que es esa declaración? Si Dios te escogió es porque considera que eres una persona sumamente valiosa, y porque tú podrías llegar a ser un medio de bendición para todos los que te rodean. Dios te escogió porque en ti hay facultades latentes que precisan ser desarrolladas. Dios te escogió para que seas una persona «sin defecto», «sin mancha» (NVI). ¿Qué significa ser «sin defecto»?
Te lo explicaré usando un ejemplo bíblico. Lucas 1:6 dice que el sacerdote Zacarías era «intachable». Un día le tocó celebrar el rito de la oración en el altar del incienso que se encontraba en el Lugar Santo del Santuario. Mientras Zacarías se hallaba dentro del Templo, un ángel del Señor se le apareció y le anunció que sería el padre de Juan el Bautista. Lo que llama la atención es que, a pesar de que Zacarías era una persona «sin defecto», no creyó lo que el ángel le dijo. Incluso, como castigo por su incredulidad, Zacarías quedó mudo durante un tiempo. Es decir, cuando Dios dice que nos escogió para que seamos «sin defecto» no está diciendo que no cometeremos errores. Podemos ser «intachables» y, al mismo tiempo, quedar manchados por la incredulidad, como le sucedió a Zacarías.
Si ser «sin defecto» no implica que ya no pecamos, ¿qué significa entonces ser «sin defecto»? En nuestro pasaje Pablo usó la palabra griega amonos. En aquellos tiempos cualquier animal que había sido destinado a ser ofrecido en sacrificio en el Templo tenía que ser amonos; es decir, no tener defectos. ¿Por qué? Porque sería dedicado por completo a Dios. Por eso Pedro dice que el sacrificio de Cristo fue amonos, «sin defecto» (1 Pedro 1: 19).
Eres escogido por Dios para que tu vida sea dedicada totalmente, como un sacrificio, a tu Salvador. En realidad, actúas como una persona «sin defecto» cuando te empeñas en ofrecerle a Dios lo mejor a ti. Aunque eres imperfecto, Dios te ha escogido para que hagas una entrega perfecta, completa, de tu vida a Jesús.
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