Sábado 10 de diciembre. Matutina jóvenes – “El problema de los gatos”
«Como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.» (Colosenses 3: 13).
En marzo de 2015 la página de Internet de Science of Us publicó el artículo: «17 cosas que sabemos en cuanto al perdón». El escrito señalaba que, por lo general, somos menos propensos a perdonar a las figuras públicas; que no nos lo solemos creer cuando los famosos piden perdón por algún fallo que cometieron; que los niños perdonan más fácilmente que los adultos; que necesitamos perdonar si de verdad anhelamos tener un corazón más sano.
Hubo una declaración que me llamó mucho la atención. Según el artículo es un hecho comprobado que los gatos nunca perdonan. De acuerdo con estudios científicos se ha observado que los gorilas, los chimpancés, las cabras, las hienas, todos han dado muestras de actitudes conciliadoras tales como besar o abrazar a otros animales tras haber tenido un pleito. Sin embargo, la única especie que en ningún estudio ha dado evidencias de tener ese tipo de actitud son los gatos.
¡Qué triste debe de ser vivir como un gato. Es decir, aglutinar en el corazón todo tipo de resentimientos hacia gente que en algún momento nos ha hecho mal. A todos nos conviene fijar con letras de fuego estas palabras en el corazón: «No seas vengativo ni rencoroso» (Levítico 19:18). Creo que Fray Luis de León, el famoso profesor de la Universidad de Salamanca, España, ilustra muy bien lo que dice Moisés en ese pasaje.
Fray Luis hizo una traducción de El Cantar de los Cantares. No obstante, en aquella época el Concilio de Trento había prohibido que la Biblia llegara a la gente en otro idioma que no fuera el latín. Por tanto, cuando ciertos dirigentes se dieron cuenta de lo que había hecho Fray Luis, movidos por una gran envidia lo sacaron del aula y lo acusaron ante la Inquisición. Después de haber pasado cinco años en la cárcel, fue declarado inocente. Cuando salió de la cárcel y retomó su labor como profesor, Fray Luis volvió a su antiguo salón. Todos sus estudiantes esperaban que arremetiera contra los que le habían hecho tan gran mal. Sin embargo él, cuando comenzó a hablar, se limitó a decir: «Como decíamos ayer…». En otras palabras, no guardó rencor contra sus detractores.
Fray Luis no era un gato, él sí sabía perdonar y olvidar. ¿Qué seremos nosotros? Ojalá que no seamos como los gatos.
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