Sábado 3 de diciembre. Matutina damas – “Recargar las pilas”

Sábado 3 de diciembre. Matutina damas – “Recargar las pilas”   

«Hay un momento para todo lo que ocurre y para todo lo que se hace» (Ecl. 3: 17).

“El arte del descanso es una parte del arte de trabajar”. John Steinbeck

UNA MADRE jugaba a policías y ladrones con sus tres hijos después de la cena. «¡Bang, Bang, estás muerta!», le gritó uno de los varones. Y ella se dejó caer al suelo. Mientras estaba allí, tendida, inmóvil, los muchachos continuaron con la diversión y la fantasía. Unos minutos después, la mamá aún no se había levantado. El padre, preocupado por si tal vez se había lastimado en la caída, se acercó a su esposa. Ella, abriendo un solo ojo, le dijo: «Shhhhh, no me delates. Esta es la única oportunidad que tengo de descansar».

¡Viva la creatividad! Cuando una mujer sabe lo que le está faltando y lo que necesita imperiosamente para mantener en equilibrio todas las tensiones del día a día, hace bien en buscarlo por todos los medios posibles. Y no cabe duda de que una de las necesidades básicas que todas tenemos es el descanso. Cuando lo olvidamos y ponemos el piloto automático, corremos el riesgo de que un día nuestro equilibrio (emocional, físico y espiritual) se rompa, y nos cueste demasiado recobrarlo. Si aprovechamos bien las horas de actividad no hemos de ver el reposo como una pérdida de tiempo, sino como una forma absolutamente necesaria de recargar las pilas.

Los niños demandan atención absoluta; el trabajo se lleva, en la mayoría de los casos, ocho horas de nuestra jornada (a la par que trae consigo bastantes dosis de estrés); la casa nos exige una cantidad de tareas que no solo nos roban energías, también mucho tiempo; el esposo, la familia, la iglesia… Vivimos demasiado cargadas, sumamente preocupadas y muy, pero que muy, agotadas. Qué bien nos haría aprender el arte de descansar, porque la falta de descanso nos afecta más de lo que podamos imaginarnos. Nos vuelve irascibles con mayor facilidad; debilita nuestras defensas, dejándonos por tanto más propensas a caer enfermas; reduce nuestra capacidad de concentración y aprendizaje; y disminuye nuestro rendimiento a todos los niveles.

El mismo Creador estableció el descanso como parte necesaria de nuestro ciclo vital. Uno de cada siete días ha de estar dedicado a esta reconstituyente (in)actividad, y además ligado a la adoración y a la relación con Dios y con los nuestros. ¡Qué dulce manera de recuperarse del cansancio y las preocupaciones!

Radio Adventista

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