Domingo 15 de enero. Matutina damas – “Nuestro poderoso protector”
“No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7).
¿Alguna vez has experimentado personalmente la violencia? Hace tres semanas, un ladrón entró a robar en mi casa, violentando la ventana de la i cocina. Cuando entré por la puerta principal, ya noté algo extraño. Luego, pude comprobar lo que había sucedido: un intruso había invadido nuestro espacio y había saqueado nuestras pertenencias. En cuanto comprendí lo sucedido, un exceso de emociones me invadió.
Llamé a la policía y a la compañía de seguros. Durante los días siguientes, tomé todas las medidas necesarias para hacer mi casa más segura. Mantenía la cerradura de la puerta principal cerrada. Sustituí la puerta de atrás por otra metálica, de dos cerraduras. Reemplacé la ventana de la cocina y puse un cerrojo adicional en la puerta del patio. Instalé alarmas en los puntos de salida y entrada de la casa. Tenía la misión de impedir cualquier futura invasión. Pero, a pesar de todo lo que hice por asegurar mi casa, todavía me siento nerviosa; este va a ser el primer fin de semana en casa después del asalto.
Esta mañana, mientras hacía mi devoción personal, escuché algunos ruidos abajo y me apresuré a investigar qué pasaba. Descubrí que era la emisora de radio, que yo había conectado la noche anterior antes de ir a la cama. Evidentemente, la computadora se había reiniciado en algún momento durante la noche y había detenido la música. Me acerqué a la computadora, busqué de nuevo la página web de la radio y me puse a escuchar música. El himno que estaba sonando era una oración a Dios por la protección que solo se puede encontrar en sus amorosos brazos, donde no hay ninguna razón para temer.
¡Qué tranquilidad sentí! Me emocioné muchísimo. Grité: “¡Te oigo, Padre! ¡Gradas, Jesús!” ¿No es asombroso sentir que cuando oramos y alabamos a Dios, él se lleva nuestros miedos? Satanás procura mantener a los hijos de Dios en un estado de miedo, pero no tenemos que temer porque estamos protegidos por nuestro Señor. Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio.
Dios tiene un plan para cada una de nosotras, y permite en nuestras vidas solo aquellas cosas que nos ayudarán a transformarnos en las personas que él anhela que seamos para cumplir su propósito.