Jueves 22 de septiembre. Matutina damas – Las intenciones del corazón

Jueves 22 de septiembre. Matutina damas – Las intenciones del corazón   

«Si muestro corazón nos acusa de algo, Dios es más grande que nuestro corazón, y lo sabe todo. […] Si nuestro corazón no nos acusa, tenemos confianza delante de Dios» (1 Juan 3: 20-21).

“Mientras intentes ganar la salvación queriendo manipular a Dios con tu bondad, nunca tendrás la certeza de la salvación”. Timothy Keller

HABÍA UNA VEZ un campesino que cultivó la zanahoria más grande del reino. Emocionado por su suerte, decidió ir a visitar al rey. «Su majestad, nunca más veré en mi vida otra zanahoria tan grande como esta, por eso quiero regalársela como muestra del aprecio y el respeto que siento por usted». El rey se conmovió tanto con aquel gesto que dijo: «Yo soy el dueño de una finca que colinda con sus tierras; se la regalo de corazón, igual que usted me ha presentado su obsequio».

Un noble que estaba presenciando la escena, pensó: «Si por una simple hortaliza el rey obsequia un terreno, cuánto más me regalará a mí si le entrego algo mejor!», así que al día siguiente hizo entrega al monarca de su mejor caballo. «Su majestad —dijo el noble—, este es el mejor semental que he tenido nunca. Se lo entrego como muestra de mi aprecio y respeto hacia usted». Pero el rey, discerniendo las intenciones de su corazón, se quedó con el caballo y mandó retirarse a aquel noble, que se quedó perplejo. El rey le explicó entonces: «El campesino me entregó a mí su mejor regalo, pero usted se lo estaba entregando a sí mismo».”

«De corazón», esa es la única manera aceptable de actuar para una mujer de Dios. No de corazón en oposición a racionalmente (pues el corazón es la cabeza, el centro de control de todo lo que somos) sino «de corazón» sin segundas intenciones, sin intereses personales, sin una agenda oculta; simplemente gozándonos en el gozo de Dios y de los demás. La simple moralidad, el cumplimiento obligado de la ley, el refrenarse de pecar por mantenernos puras sin una motivación más profunda, basada en el amor de Dios, no son sino una carga, una fuente de frustraciones y una manera engañosa de mantenernos alejadas de la verdadera religión creyendo, paradójicamente, estar a bien con Dios.

Tener una relación íntima con Dios de la cual broten nuestros pensamientos, decisiones y actos, esa es la esencia de la religión. Todo lo demás es querer llegar por otro camino que no es el Camino.

Radio Adventista

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