Jueves 15 de diciembre. Matutina damas “Esos seres que nos miran”

Jueves 15 de diciembre. Matutina damas “Esos seres que nos miran” 

«Si alguien no comete ningún error en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de controlar todo su cuerpo» (Sant. 3:2).

“Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño”. Salmo de David

CUANDO tenía apenas siete u ocho años, no estoy muy segura, oía un adulto hacer un comentario que me abrió la mente a un concepto totalmente desconocido para mí. Recuerdo que estábamos viendo la televisión cuando salió una cantante. A mi mente infantil le gustaron la canción y la actuación. ¡Lo disfruté muchísimo! Pero entonces este adulto varón dijo: «¿Con quién se habrá acostado esa mujer para llegar ahí?». Me quedé de piedra. Aquella fue la primera vez que yo oía hablar de «acostarse con alguien», y lo oía de una manera negativa, que me daba a entender que se podía una acostar con alguien para manipular, para salir en la tele. Nunca olvidé esa vivencia. Me hizo consciente de la influencia de las palabras de los mayores sobre los niños; y con el tiempo me he ido haciendo más consciente aún de la importancia que tiene medir bien las palabras que usamos, especialmente en presencia de las mentes infantiles.

Nuestra forma de comunicarnos entre adultos enseña a los niños cuál es la forma correcta de comunicarse. Si nosotras criticamos, cotilleamos o hablamos de lo que no sabemos, en presencia de ellos, nuestros hijos aprenden a hacer lo mismo, como lo más natural del mundo. ¿Te imaginas cuál será el choque emocional en su vida cuando más adelante, leyendo por sí mismos la Biblia, se den cuenta de lo incorrecto que es el ejemplo que les hemos dado? Poco sentido tiene que les digamos que deben dominar su lengua si nosotras no dominamos la nuestra. No solo entenderán que como adultos no fuimos una buena influencia, tendrán que desaprender, y eso es difícil. Cuántos mensajes contradictorios damos a las nuevas generaciones. Los condicionamos a pensar mal, a desconfiar.

¿Qué revelan tus palabras acerca de ti? ¿Te has detenido a pensarlo? Por ejemplo, en el día de ayer, ¿hiciste comentarios que, a oídos de un niño, podrían alejarle de lo bueno, lo elevado, lo noble y verdadero?

¿Qué tal si nos proponemos, en el día de hoy, ser sumamente cuidadosas con nuestras palabras, en todo momento, pero especialmente con las que empleamos delante de los más pequeños? Y mañana, ¿qué te parece si nos lo proponemos otra vez? Porque bástale a cada día su propio afán.

 

Radio Adventista

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