Viernes 2 de diciembre. Matutina damas – “El lado bueno de las personas”
«Señor, si tuvieras en cuenta la maldad, ¿quién podría mantenerse en pie?» (Sal. 130: 3).
“La caridad es la virtud que consiste en ver siempre algo bueno en nuestro prójimo”. Sócrates
CUANDO LLEGÓ A su auto, se dio cuenta de que se le habían quedado las llaves dentro, y las puertas se habían cerrado. La pobre mujer se desesperó. Había dejado el horno encendido en la casa, así que no tenía tiempo que perder. Volvió al centro comercial en busca de una percha de alambre; había visto en las películas que así se puede abrir la cerradura. Pero una cosa es verlo y otra hacerlo; cuando lo intentó, fracasó; no tenía idea por dónde empezar.
Como era una mujer de fe, comenzó a orar. Instantes después, pasó por allí un joven desaliñado, lleno de tatuajes, pantalones agujereados y camisa por fuera. Ella ni se fijó en aquellos «detalles insignificantes». «¿Sabe cómo abrir un auto con una percha?», le preguntó, al tiempo que le entregaba la percha. «¿Esto es una trampa?», comentó él con sospecha. «No, es que me he dejado las llaves en el contacto y necesito llegar a casa porque el horno está encendido», le explicó ella. Un segundo después, la puerta del auto estaba abierta. «¡Alabado sea Dios! —exclamó la mujer— Usted es un buen hombre. Seguro que es cristiano». «Señora —aclaró el desconocido—, ni soy cristiano ni soy un buen hombre, acabo de salir de la cárcel por robo de automóviles». «¡Pues alabado sea Dios por haberme enviado a un profesional!», exclamó ella.
Con demasiada frecuencia nos centramos en lo negativo, esperando o temiendo lo malo, poniéndonos en lo peor; esto nos brota por naturaleza. Pero ver el lado bueno de las cosas, ¡qué virtud tan interesante! Especialmente lo es desarrollar el hábito de ver el lado bueno de las personas. Eso no tiene precio. Aunque a primera vista solo se vean tatuajes, pantalones agujereados o una persona desaliñada, en cada ser humano hay virtudes; si nos fijamos en ellas, nos resultará mucho más fácil pasar por alto sus defectos y sus faltas.
No cabe duda de que Dios decide ver lo bueno de nosotras, centrarse en nuestras cualidades y mantener la esperanza en que nuestro potencial para el bien se desarrollará. ¿Por qué no hacemos lo mismo nosotras con los demás? De ese modo cambiará nuestro modo de relacionarnos con ellos y quizá, como consecuencia, cambie también el modo en que ellos nos traten a nosotras.