Sábado 31 de diciembre. Matutina damas – “El cielo en el alma”
«Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide» (Mat. 6: 33, TLA).
“El cielo será heredado por cada hombre que lleva el cielo en su alma”. Henry Ward Beecher
SE CUENTA QUE, a causa de su fe, Joseph Schneerson pasó mucho tiempo en la cárcel durante el comunismo en la Unión Soviética. Una vez ya liberado, se encontraba un día orando cuando la policía secreta irrumpió donde él estaba, exigiéndole que renunciara a la religión. Ante la negativa de Joseph, el policía sacó su arma y la apuntó directamente a la cara del religioso: «Este juguetito que tengo en la mano ha hecho a mucha gente cambiar de opinión», le dijo. Joseph contestó: «Ese juguetito solo puede hacer cambiar de opinión a las personas que tienen muchos dioses y un solo mundo; pero yo tengo un solo Dios y dos mundos, así que no me impresiona».
Cuánto cambia nuestra perspectiva de la vida cuando tenemos en mente que este no es el único mundo que hay, que, de hecho, no es ni el más importante, ni el más duradero. Detenerse a reflexionar en ello incide directamente sobre nuestro estilo de vida, adaptándolo, ya aquí en esta tierra, a la atmósfera del cielo. Los principios que predominan en nuestras sociedades se alejan de los que rigen el reino del cielo. Por ejemplo, salvar la vida aquí a toda costa, cosa que a muchos les haría renunciar incluso a su propia fe, no es la prioridad para el cristiano. La otra tierra es la prioridad, y por ella estamos dispuestas a Cosas que muy pocos en tenderían, como fue el caso de Joseph.
Por lo muy lejana que parece, a veces perdemos de vista la realidad de la tierra nueva; por eso es tan importante que recordemos, cada dos por tres, esa realidad que es tan real como la realidad presente.
«¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?» (Mat. 16:26), preguntó Jesús; la vida eterna, se entiende. Pues eso, Pregunta atinada para esta mañana y para todas las mañanas que nos quedan.
Ha sido un gusto para mí acompañarte hasta aquí, mi querida amiga. Recordarte cada día esa realidad maravillosa del reino de los cielos. Espero que la lectura de estas páginas te haya ayudado a tener cada vez más el cielo en tu alma y que, muy pronto, nos veamos allá.