Miércoles 14 de diciembre. Matutina damas – “Aportando soluciones”
«Los que tienen la sabiduría que viene de Dios […] buscan la paz, son obedientes y amables con los demás, se compadecen de los que sufren; […] tratan a todos de la misma manera, y son verdaderos cristianos» (Sant. 3: 17, TLA).
“En esta vida hay que ser solución, no problema”. Agustín Rodríguez Sahagún
SE CUENTA QUE UN RANCHERO dejó en su testamento 17 caballos, que debían repartirse entre sus tres hijos de la siguiente manera: al mayor, la mitad; al del medio, un tercio; y al menor, un noveno. Aquellos tres hermanos comenzaron a discutir acaloradamente, porque resultaba imposible dividir 17 por la mitad, entre tres y entre nueve. Incapaces de encontrar una solución por sí mismos, fueron a pedir opinión al que había sido el mejor amigo de su padre.
Tras leer el testamento, el hombre se levantó, tomó un caballo de su propia hacienda y lo entregó a los herederos, que contaban ahora con un total de 18 caballos. ¡Por fin se pudo hacer la repartición! Al hijo mayor se le hizo entrega de la mitad, es decir, de 9 caballos; al del medio se le dio un tercio, o sea, 6 caballos; y al menor un noveno, o lo que es lo mismo, 2 caballos. Sumando el total de los caballos repartidos (9+ 6 + 2), eran ¡17! Así que, tras ver cómo se repartía la herencia en paz, el amigo del padre se quedó de nuevo con su caballo. Y fin del problema. Es interesante cómo alguna gente tiene una predisposición especial de cara a la resolución de conflictos.
A mí no me gustan los conflictos, y no puedo decir que en mi vida haya aprendido a manejarlos; todo lo contrario, tiendo a huir de ellos; sin embargo, tengo edad suficiente para darme cuenta de que los conflictos son inevitables. Este concepto es bíblico. Por eso, estar en conflicto no significa necesariamente estar en pecado, ya que a nuestro alrededor se generan problemas sin nosotros buscarlos pero que nos afectan. Incluso entre cristianos. Y es que, no por el hecho de ser cristianos significa que vamos a ver las cosas de la misma manera, vamos a pensar igual o a tener los mismos intereses. Eso sí, como cristianas, hemos de tener una predisposición especial hacia la resolución de conflictos y no hacia la creación de los mismos, pues «el que inicia la discordia es como quien suelta las aguas» (Prov, 17: 14, RV95).
Dios nos ayude a ser siempre parte de la solución, y no del problema.