Sábado 10 de diciembre. Matutina adultos – Nuestra lista de Navidad

Sábado 10 de diciembre. Matutina adultos – Nuestra lista de Navidad 

“Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan, porque donde esta vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón Mateo 6: 20, 21

A VECES LOS ELEGIDOS podemos ser como los dos hermanitos que pasaban la noche en el hogar de sus abuelos. A la hora de acostarse, los niños se arrodillaban junto a su cama para decir sus oraciones. El más joven se puso a orar a todo pulmón: «RUEGO POR UNA BICICLETA NUEVA. RUEGO POR UNA CONSOLA NINTENDO NUEVA. RUEGO POR UNA TABLETA NUEVA». Su hermano mayor se inclinó hacia él y le dio un codazo: «¿Por qué gritas? ¡Dios no está sordo!». A lo cual el hermano pequeño contestó: «No, pero la abuela sí».

En nuestra cuenta regresiva a esta temporada del año, la más comercial de todas, ¿se ha convertido Dios en una especie de abuelita benevolente para nosotros? Repasando nuestro viaje de oración este año, ¿podría ser que nuestros momentos de oración hayan acabado convirtiéndose en listas de Navidad? «Querido Dios, bendito sea tu nombre. Y gracias por tu bondad. Y, por favor, sé generoso conmigo, porque necesito… y… y… En el nombre de Jesús. Amén».

Una de las lecciones llamativas de la vida que pocos seres humanos llegan a aprender es que el viaje de la fe y la religión no son para que Dios pueda ser generoso hacia nosotros, sino, más bien, para que podamos aprender a ser generosos hacia él. Ese fue el contundente remate de Jesús a esa sombría parábola sobre un acomodado hacendado que una noche se metió en la cama e inició un delicioso soliloquio sobre el éxito tremendo que tenía y lo enormemente rico que se había vuelto. La conversación que mantuvo consigo mismo a medianoche logra enlazar varias frases en primera persona. Y cuando suspira satisfecho para ponerse por fin a dormir, las cortinas de la medianoche tiemblan ligeramente, una brisa escalofriante entra en la habitación, y en ese viento frío, una Voz en la oscuridad dice: «¡Necio!». El próspero hacendado sufre un paro cardíaco y fallece. Fin. ¿Qué quiso decir Jesús? «Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios» (Luc. 12: 21).

En toda la historia del mundo, ¿puedes pensar en un año más crítico que este para que pongamos nuestros dones para Dios en los primeros puestos de nuestra lista de Navidad? Un día cercano lo poco que tenemos no valdrá nada. Mientras estaba fuera, la casa de John Wesley quedó reducida a cenizas. Cuando recibió la noticia de aquella terrible pérdida, Wesley respondió: «Ha ardido la casa del Señor. ¡Una responsabilidad menos para mí!».

Radio Adventista

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