Martes 27 de septiembre. Matutina adultos – La pasiva divina

Martes 27 de septiembre. Matutina adultos – La pasiva divina    

«Porque muy pronto el Señor cumplirá plenamente su palabra en todo el mundo». Romanos 9: 28, DHH

Mi amigo Ranko Stefanovic, en su comentario sobre el Apocalipsis, me presentó la segunda expresión inusual que aparece reflejada en el texto de ayer, Isaías 60: 22.

Segunda expresión. Pasiva divina. Recordarás que un verbo pasivo es un verbo cuya acción recae sobre el sujeto. Yo golpeo la pelota; eso es activo. La pelota es golpeada por mí; eso es pasivo. La «pasiva divina» es un recurso gramatical en el que, cuando no se especifica ningún agente en una frase, se entiende que la acción del verbo pasivo la realiza el propio Dios. Génesis 2: 1 dice: «Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos» (NVI). «Quedaron terminados» es un verbo pasivo que repercute en el sujeto, «los cielos y la tierra». Aunque no se nos dice quién los terminó, se entiende, ciertamente, que, de hecho, fue Dios. Cuando Jesús clamó en la cruz: «¡Consumado es!» (Juan 19: 30), no se nos dice quién realizó la consumación, pero la pasiva sugiere ahí nuevamente (en griego) que el propio Dios completó la acción.

Pero, ¿por qué todo este tecnicismo gramatical? Considera otro texto familiar que, de repente, irradia esperanza cuando tenemos en cuenta la pasiva divina: «Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo […] y entonces vendrá el fin» (Mat. 24: 14). El verbo «será predicado» es pasivo. Pero, ¿por qué la voz pasiva aquí? Al dar esta señal de su Segunda Venida, Jesús podría haber afirmado claramente: «Y ustedes predicarán [activo] el evangelio en todo el mundo». Pero no lo hizo. En vez de ello, eligió un verbo pasivo sin ningún agente especificado para la acción descrita. Y, ¿qué significa la pasiva divina? Que, en último término, la acción la realizará el propio Dios. Lo cual es precisamente lo que declara Isaías 60: 22: «Yo Jehová, a su tiempo haré que esto se cumpla pronto».

El texto de hoy anuncia lo mismo: El propio Dios terminará la obra. No es de extrañar que hace un siglo se realizase esta predicción: «Permítame decirle que el Señor actuará en esa etapa final de la obra de una forma muy diferente de la acostumbrada […]. Dios empleará formas y medios que nos permitirán ver que él está tomando las riendas en sus propias manos» (Testimonios para los ministros, p. 300). Sí, la progresión geométrica significa que, matemáticamente, nuestra misión es realizable. Pero introducimos la pasiva divina y, de repente, nos encontramos con la contundente verdad de que ¡el propio Dios la completará! Todo lo que pide es que compartamos su misión hasta que esté acabada.

 

Radio Adventista

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