Lunes 29 de noviembre. Matutina adultos – La generación a lo Juan el Bautista – 3
«En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”». Mateo 3: 1, 2
¡MACERADO! SIGNIFICA empaparse en un líquido durante tanto tiempo que, al final, cada poro se satura con ese escabeche, de modo que cuando alguien da un bocado, el único sabor que perciben es el del vinagre salado. Televisión, películas, videojuegos, Internet, música, vestido, entretenimiento, dieta: el estilo de vida occidental que presume de mil expresiones tentadoras ha macerado a toda una generación con el escabeche de una cultura enferma y caída.
Entonces, ¿hacemos una hoguera con los 2,5 televisores por hogar adventista y damos el asunto por zanjado? Para algunos ese será el único remedio de éxito para apartarse de la cultura macerante de este mundo caído. «Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti» (Mat. 5: 29). Jesús podía ser bochornosamente radical en ocasiones. Pero mejor salvarse sin ese televisor que perderse con él. Tengo amigos que han adoptado esa decisión contracultural y, con gran gozo, han descubierto que hay vida después del televisor. (Se llama lectura, tiempo en familia, adoración, etc.).
¿Quieres saber qué hizo Juan el Bautista con su televisor? «Para él la soledad del desierto era una manera bienvenida de escapar de la sociedad en la cual las sospechas, la incredulidad y la impureza lo compenetraban casi todo [bienvenidos al tercer milenio]. Desconfiaba de su propia fuerza para resistir la tentación, y huía del constante contacto con el pecado [lo que ofrece la televisión: contacto constante con el pecado hasta que ya no resulta ofensivo], a fin de no perder el sentido de su excesiva pecaminosidad. […] En la soledad, por la meditación y la oración, trataba de fortalecer su alma para la carrera que le esperaba. Aun cuando residía en el desierto, no se veía libre de tentación. En cuanto le era posible, cerraba todas las avenidas por las cuales Satanás podría entrar; y sin embargo, era asaltado por el tentador. Pero sus percepciones espirituales eran claras; había desarrollado fuerza de carácter y decisión, y gracias a la ayuda del Espíritu Santo, podía reconocer los ataques de Satanás y resistir su poder» (El Deseado de todas las gentes, cap. 10, pp. 79, 80; la cursiva es nuestra).
El uso del botón de apagado es la forma de cerrar a Satanás casi todas las avenidas. La meditación y la oración son la forma de encontrar la sabiduría y el valor para mantenerlas cerradas. Y el mensaje de Juan sobre el Calvario —«¡Este es el Cordero de Dios!» (Juan 1: 29, 36)— es la manera en que se limpia del alma el escabeche macerante. Entonces, cuando sí te sientes delante de un televisor o una computadora, dices: «Jesús, por favor, mira esto conmigo».