Jueves 29 septiembre. Matutina adultos – “El comunista y el misionero”
«Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Mateo 28: 19, 20
ES VERDAD. UNO DE LOS fundadores intelectuales del comunismo y uno de los fundadores intelectuales del adventismo ¡fueron contemporáneos! Ambos vivieron y murieron empobrecidos en el mismo año, 1883. Y ambos dejaron tras sí una colección de escritos que grabó marcas indelebles en los movimientos que contribuyeron a fundar. Los hombres: y Karl Marx y John Nevins Andrews; uno comunista, el otro misionero. Marx escribió: «Hasta ahora, los filósofos solo han interpretado el mundo […]; la gracia, sin embargo, está en cambiarlo». Y aunque se equivocó en muchas cosas, tenía razón en eso, porque el llamamiento a cambiar radicalmente el mundo es hoy más necesario que nunca en la historia. Pero, ¿cómo cambiar nuestro mundo? Andrews escribió: «No conozco más que una manera: Encontrar un campo de trabajo, pedir ayuda a Dios, quitarte la chaqueta y poner manos a la obra». Y en eso estriba la misión de los elegidos. Ya va siendo hora de que nos quitemos la chaqueta, nos subamos las mangas y hagamos algo, cualquier cosa en realidad, por la pasión y la misión de Dios de salvar a los perdidos.
La gran comisión que Jesús nos dio antes de su ascensión es en sí misma un profundo llamamiento, no a interpretar el mundo, sino a cambiarlo. ¿Cómo? Quítate la chaqueta, súbete las mangas y sal adentrándote en la oscuridad en busca de los perdidos. Por esa razón hemos pasado este mes centrándonos en maneras simples pero prácticas de trasladar nuestra misión divina a estrategias muy humanas y fáciles de usar. Pero leer la invitación de Dios ya no basta: ¡es hora de salir!
En Out of This World, Nancy Irland y Peter Beck cuentan cómo la empresa RR Donnelley de Chicago, una de las mayores imprentas de revistas del mundo, envió por correo en una ocasión —por culpa de un muellecito que se partió en una enorme impresora— la misma notificación de suscripción 9,734 veces al mismo destinatario. Abrumado con esos 9,734 avisos de que su suscripción a la revista National Geographic estaba a punto de caducar, el desventurado ranchero de Colorado condujo 16 kilómetros hasta la ciudad más cercana para enviar un giro postal con el dinero de su suscripción, junto con esta nota: «Envíenme la revista. ¡Me rindo!».
Doquier nos volvamos en las Escrituras, topamos de frente en la implacable pasión del Calvario por los perdidos. Una y otra vez Dios sigue invitándonos a compartir esa pasión y su misión. Es el momento de garabatear la nota: «Me rindo. Tu amor me ha convencido. ¡Permite que me una a ti en la búsqueda de los perdidos!».