Viernes 14 de octubre. Matinal para mujeres – “Ningún momento es intrascendente”
«Cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. En ese momento se les abrieron los ojos» (Gén. 3:6-7).
“Uno no reconoce los momentos realmente importantes en su vida hasta que es demasiado tarde”. Agatha Christie
EN LA VIDA hay momentos que son decisivos; puntos de inflexión que definen quiénes seremos; que marcan nuestra trayectoria de ahí en adelante. Esos momentos no siempre llegan en forma de grandes decisiones, gloriosos acontecimientos, o sucesos impresionantes. En muchas ocasiones nos toman desapercibidas, cuando menos lo esperamos. Pero si nos encuentran fuera de base nos marcarán para siempre (y cuando digo fuera de base, quiero decir desoyendo la Palabra expresa de Dios).
Eso fue lo que le pasó a Eva, mujer como tú y yo. Ya conoces la historia. Eva simplemente paseaba por el jardín (ya ves qué cosa tan inofensiva, tan entrañable, tan cotidiana). Pero no contaba con la astucia de la serpiente. Y aunque conocía la palabra expresa de Dios, tomó en ese momento tan aparentemente intrascendente, la decisión de fiarse de otra palabra distinta a la de su Creador. Y descubrió que en la vida no hay momentos intrascendentes. Todos son cruciales, porque todos implican una decisión que pondrá de manifiesto el lugar que damos a los principios de Dios. Desde qué programa de televisión veremos (por no decir desde si encenderemos o no la televisión), hasta dónde nos dejaremos llevar en el noviazgo o cómo responderemos a lo que nos pregunten, a lo que nos pidan o a lo que los demás esperan de nosotros. Cada una de esas pequeñas decisiones son en realidad tan grandes, que determinan el curso de nuestra vida en mayor o menor grado.
Eva no supo distinguir su momento decisivo. Tal vez le pareció aquel un paseo inofensivo, a pesar de que Dios y Adán la habían avisado de los riesgos de acercarse a aquel árbol. Pero además de haber decidido primero alejarse de Adán, luego decidió acercarse al árbol y desoír el consejo divino. Todo sucedió tan rápido, y el momento fue tan irreversible… Como irreversibles son tantos momentos de nuestras vidas.
¿En qué basarás tus pequeñas decisiones cotidianas, en tu instinto, en lo que has aprendido de amigos y maestros, o en la Palabra de Dios? De ellas dependen resultados eternos tanto para tu propia vida, como para la de tus seres queridos, como le pasó a Eva.