Miércoles 16 de noviembre. Matinal para damas – “Un agente de cambio”
«Si una mujer tiene marido que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone» (1 Cor. 7: 13-14, RV95).
“¿Qué sabes tú, mujer, si quizá harás salvo a tu marido?”. El apóstol Pablo.
CUENTA UN PASTOR que una mujer alcohólica entró en una ocasión a su iglesia y quedó muy impactada con el mensaje que escuchó. De hecho, según palabras de la propia mujer, se dio inmediatamente cuenta de que se había convertido, Interesado en el bienestar del hogar de ella, que tan evidentemente tenía problemas, el pastor decidió ir a visitarlos al día siguiente. El esposo le pareció un hombre muy inteligente, aunque no quería saber nada de religión. Estaba sumamente disgustado con la experiencia religiosa que acababa de tener su esposa pero, con gran frialdad, afirmó: «Estoy seguro de que pronto volverá a su antigua vida. Yo sé que no podrá mantenerse sobria y asistiendo a una iglesia demasiado tiempo». Se equivocó.
Seis meses después fue el esposo quien hizo una visita al pastor, preocupado por su propia condición espiritual. «He leído libros sobre el cristianismo y he podido resistir sus argumentos —dijo—pero en el último medio año he tenido un libro abierto en mi hogar, en la persona de mi esposa, que no puedo refutar. He llegado a la conclusión de que yo debo estar equivocado, y de que tiene que haber un Dios que puede tomar a una alcohólica y convertirla en una santa, encantadora, amable, paciente y piadosa mujer».
El mejor libro que pueda escribirse sobre el cristianismo es tu vida; es tu experiencia de fe, tu carácter transformado, el refinamiento de tus gustos y hábitos, tu dependencia del Señor; todos ellos producen frutos que no pueden pasar desapercibidos. Tú eres el más poderoso agente de cambio en la vida de tu esposo, aunque a veces las circunstancias son difíciles y el cambio que ansías ver en él parece no llegar nunca.
En 1 Corintios, el apóstol Pablo dice a las mujeres creyentes que están unidas a un esposo incrédulo: «Si una mujer tiene marido que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone, porque el marido no creyente es santificado por la mujer» (7: 13-14, RV95). La influencia santificadora de una esposa convertida es un poder para el bien. Si ese es tu caso, el apóstol no te está llamando a una resignación fatalista, sino a ser un agente de cambio en favor de Cristo. Que Dios te conceda el amor y la paciencia necesarios.