Domingo 3 de Julio 2016. Matinal Jóvenes – Rasca donde nos pica
«Por la bondad de Dios han recibido ustedes la Salvación» (Efesios 2: 5).
Cuenta Eduardo Galeano, el prestigioso escritor nacido en Uruguay y fallecido el año pasado, que un pastor llamado Miguel Brun sostuvo una conversación muy interesante con un cacique de los indios del Chaco, en Paraguay. Narrando el momento final del encuentro, Galeano comenta que «el cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear» el mensaje que le leyeron en su propia lengua. Luego de un momento de reflexión, emitió su opinión en cuanto a lo que habían dicho los misioneros: «“Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien”. Y sentenció: “Pero rasca donde no pica”» (El libro de los abrazos, p. 16).
¡Qué triste es que la gente llegue a suponer que lo que decimos es irrelevante para su vida! Sí, es cierto que anunciamos una gran verdad, pero muchas veces nuestro mensaje rasca donde realmente no pica. Cuando hablamos de la salvación por medio de Cristo, ese es un tema que siempre rasca, y rasca bien, y rasca donde más nos pica, puesto que pone de manifiesto nuestra inmensa necesidad: somos grandes pecadores que precisamos de un gran Salvador. La sangre de Cristo rascará en los ámbitos más recónditos de nuestras almas. Penetrará donde nada ni nadie podrá hacerlo. No vale la pena seguir negando nuestra verdadera condición, ni escondernos detrás de una mera religiosidad; la sangre de Jesús puede, no solo «perdonar nuestros pecados», sino también «limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).
¿Será que necesitamos hacer algo para recibir esa salvación? Mira lo que dice la Biblia: «Y nos salvó. Pero no lo hizo porque nosotros hubiéramos hecho algo bueno, sino porque nos ama y quiso ayudarnos» (Tito 3: 5, TLA), ¿Qué hicimos? Nada! ¿Y por qué nos salvó ¡Porque nos ama!.
Me encanta esta declaración de Ellen White:
«Cristo murió por nosotros. Satanás dice: “Eres pecador y no puedes mejorarte a ti mismo”. Sí, soy pecador, y necesito un Salvador, Me aferro a los méritos de Jesucristo para que me libre de toda transgresión. Nos lavamos en la fuente que ha sido preparada para nosotros y somos limpiados de toda impureza de pecado» (Sermones escogidos, t. 1, cap. 26, p. 218).
Ese es el mensaje que rasca donde más nos pica.
#EvangelioParaHoy