Miércoles 14 de septiembre 2016. Matinal Jóvenes – Contradicciones ambulantes

Miércoles 14 de septiembre 2016. Matinal Jóvenes – Contradicciones ambulantes

«No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer» (Romanos 7, 9)

¿Te has sentido frustrado cuando un creyente acaba haciendo cosas que contradicen lo que profesa? Recuerdo el rostro de una chica, estudiante de la Universidad de Linda Vista, en México, cuando me dijo que nunca se casaría con un teólogo. Al preguntarle el porqué, me dijo: «Los teólogos hacen cosas que no deben». Yo más bien diría que los seres humanos hacemos cosas que no debemos. Todos somos proclives a contradecir con nuestras acciones lo que anunciamos con nuestros labios. Creo que Lewis Smedes nos definió acertadamente cuando afirmó que somos «un conjunto de contradicciones ambulantes» (Shame and Grace, p.98).

Piensa en esto: ¿Hay una contradicción más grande que el hecho de que Adán, un hombre que «era bueno en gran manera» (Génesis 1: 31, RV95), cediera ante el pecado? La experiencia de Adán no es un caso aislado. Noé, «un hombre muy bueno, que siempre obedecía a Dios» (Génesis 6:9), se emborrachó y se quedó desnudo en medio de su tienda. David, «un varón conforme al corazón» de Dios (1 Samuel 13:14), cometió adulterio y asesinato. El hermano Pedro, tras haber estado durante tres años a los pies del Maestro, seguía teniendo graves problemas con su carácter, y fue capaz de cortarle la oreja a un soldado. Lutero, el padre de la Reforma, en tanto que acusaba a Roma de hostigar a los verdaderos cristianos, fue perseguidor de los judíos.

Lo cierto es que nuestros héroes espirituales tuvieron sus momentos de sombras. ¿Sabes por qué? ¡Por ellos eran como nosotros!. Es decir, eran simples mortales que cargaban en su cuerpo los genes del pecado. Lo dicho por Pablo hace dos mil años debería de ayudarnos a entender nuestras contradicciones: «Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo» (Romanos 7:18).

Debido a nuestra perfecta imperfección, lo más natural es que la gente, incluso la que dice ser buena, haga cosas malas. Por esa razón es que hemos de fijar nuestra mirada en el único que ha podido armonizar completamente sus palabras con sus hechos: Cristo Jesús. Él nunca nos defraudará. En él no hay contradicciones.

#JesúsNoTelDefraudará

 

Radio Adventista

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