Domingo 24 de julio. Matinal damas – Resurrección de un hermano caído – 2

Domingo 24 de julio. Matinal damas – Resurrección de un hermano caído – 2

«Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados».Isaías 43: 25, NVI

UNA MUJER ESTABA TENIENDO visiones de Jesús. Cuando las autoridades de la iglesia se enteraron de sus alegaciones, nombraron a un obispo para que examinase tanto a la mujer como sus revelaciones. Brennan Manning cuenta la historia. «“¿Es cierto, señora, que tiene usted visiones de Jesús?”, preguntó el clérigo. “Sí”, contestó la mujer simplemente. “Bueno, la próxima vez que tenga usted una visión, quiero que le pida a Jesús que le diga los pecados que he confesado […]”. La mujer quedó estupefacta. “[…] ¿De verdad quiere que pida a Jesús que me cuente los pecados que usted cometió en el pasado?”. “Exactamente. Por favor, llámeme si pasa algo”. Diez días después la mujer avisó a su dirigente espiritual […]. “Por favor, venga”, dijo ella […]. “¿Hizo usted lo que pedí?”. “Sí, obispo […]”. El obispo se inclinó hacia delante con expectación. Sus ojos se entrecerraron. “¿Qué dijo Jesús?”. Ella le tomó la mano y miró fijamente a los ojos con profundidad. “Obispo”, dijo ella, “estas son las palabras exactas de Jesús: NO PUEDO ACORDARME”» (The Ragamuffin Gospel, pp. 116, 117).

¿Apócrifo? Quizá. ¿Verdadero? Desde luego. Porque hace un siglo se escribieron estas palabras: «Si te entregas a [Jesús] y lo aceptas como tu Salvador, por pecaminosa que haya sido tu vida, gracias a él serás contado entre los justos […] y eres aceptado por Dios como si no hubieras pecado» (El camino a Cristo, cap. 7, p. 94; la cursiva es nuestra).

«Yo soy el que […] no se acuerda más de tus pecados». Así habla Dios. Así habla la gracia. Y así debemos hablar y actuar si queremos experimentar una comunidad genuina. Porque, verás, una comunidad exenta de gracia es un oxímoron. Porque no es comunidad en absoluto. Un «grupo de santurrones», quizá, pero no es una comunidad, una comunidad genuina. Porque solo la gracia puede resucitar a la comunidad.

Y por eso los elegidos debemos continuar volviendo al pie de la cruz. Porque la verdad sobre la gracia es que nunca te la extenderé a ti, caído como estás, hasta que yo la experimente en mí, caído como estoy. La cruz siempre precede a la resurrección. No puedo resucitarte a ti hasta que la gracia me haya restaurado a mí. «Pedro, ¿me quieres?». «Señor, tú sabes que te quiero». «Bien, ahora ve y quiere a los caídos para que vuelvan a mí».

Y volverán a él cuando tú y yo les extendamos el perdón que ya nos ha extendido. «No puedo acordarme». Excelente noticia, porque cuando nos decimos lo mismo mutuamente, resucitamos a nuestro hermano, restauramos a nuestra hermana y ¡reanimamos nuestra comunidad!

Radio Adventista

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