Lunes 26 de septiembre. Matinal damas – Lo que soy en secreto es lo que realmente soy
«Pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios» (Mat. 6: 33).
“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público”. Jesús
SI HA HABIDO un tiempo en que la gente haya dado gran importancia a la imagen, es ahora. Muchos viven de las apariencias y conceden la máxima importancia a lo que los demás piensan de ellos. Particularmente nosotras, las mujeres, caemos fácilmente en este error. Muchas veces hacemos las cosas para que los demás tengan una mejor opinión de nosotras. Lamentablemente, incluso en nuestra vivencia religiosa cedemos a esa gran tentación. En los tiempos de Jesús también había gente así, y el Maestro señaló cuán peligrosa es esta manera de pensar.
Jesús vivía en el punto de mira. Podría haber utilizado su popularidad para llamar la atención hacia él mismo, hacia su inteligencia, hacia sus méritos, hacia su bondad, en resumidas cuentas, hacia cuán buena persona era. En lugar de eso, no solo no aceptó que lo llamaran bueno, sino que buscaba la soledad, la discreción, y pasar momentos ante la única presencia del Padre. Sabía cuán peligroso es para un hijo de Dios vivir pendiente de cómo lo consideran los demás. Una y otra vez señaló las claves de la religión: la sencillez, la sinceridad del corazón y la dependencia de Dios.
Cuando no tenemos nada que demostrar a nadie; cuando para nosotras no existe público que nos aplauda o nos critique; cuando no hay observador que nos juzgue; cuando no estamos condicionadas de ninguna manera para causar una impresión; cuando ninguno de nuestros actos está motivado por manipular lo que los demás piensen de nosotras es cuando realmente estamos viviendo nuestra región. La religión que vivimos en privado, ante la única mirada de nuestro Dios, es la que realmente profesamos.
Ahora ponte a prueba con las siguientes preguntas: Cuando ayunas, ¿a quién se lo dices y con qué objetivo se lo dices? Cuando oras, ¿para quién eliges tus palabras y por qué? Cuando ayudas a alguien, ¿a quién se lo cuentas? Cuando te vistes, ¿qué miradas quieres atraer? Cuando das limosna, ¿te aseguras de que alguien se entere? Cuando compras un auto, una casa o ropa, ¿a quién pretenden deslumbrar? Si lo haces para que mejore la opinión que los demás tienen de ti, no vale nada delante de Dios.
Si la recompensa que esperas es la de Dios, ya sabes cuáles deben ser tus respuestas.