Miércoles 14 de septiembre. Matinal damas – Las preguntas de Dios 1° parte
«Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia» (Prov. 3:5).
“Las preguntas que Dios hace a los personajes de las escrituras revelan qué es importante para él”. Troy Fitzgerald
TODAS FORMULAMOS PREGUNTAS a Dios a lo largo de nuestra vida, especialmente ante lo que no entendemos, cuando tenemos un dilema o si lo estamos pasando mal. Esa es una manera que tenemos de hacerle ver qué es importante para nosotras, y qué dudas necesitamos que nos despeje. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a responder las preguntas que Dios nos hace a nosotras.
En la Biblia encontramos muchas veces a Dios queriendo comunicarse con sus criaturas a través de preguntas, porque sabe que buscando las respuestas llegamos a un conocimiento profundo del verdadero sentido de la vida. Yo estoy convencida de que, así como esperaba las respuestas de las personas a las que les formuló las preguntas directamente, Dios está aún esperando nuestras respuestas a esos mismos interrogantes. ¿Qué te parece si intentamos encontrarlas para profundizar nuestra experiencia espiritual? Lamentablemente no podemos analizar todas y cada una de ellas, así que he hecho una breve selección de las que considero más fundamentales.
¿Quién dices que soy yo?(Mat, 16: 15, RV60). Esta es la gran pregunta de la existencia, pues de ella dependen nuestros valores, el estilo de vida que decidamos adoptar y, sobre todo, nuestro destino eterno. ¿Qué es Dios para ti? ¿Qué lugar ocupa en tu vida? Nadie puede evadir la respuesta. Primero, tenemos que tenerlo claro por nosotras mismas. Segundo, para saber responder a quien nos lo pregunte (y siempre hay quien nos lo pregunta). Mala respuesta si comenzamos diciendo: «Mmmm», «Bueno…», «Esto…». Dime, ¿lo tienes claro? Si Jesús te hiciera a ti esta pregunta hoy, ¿sabrías qué responderle sin titubear?
¿Dónde estás?(Gén. 3:9). ¿Qué haces aquí? (1 Rey. 19:9). Obviamente, no es que Dios no sepa dónde estamos ni qué hacemos, es que a veces nos escondemos de él, bien sea por vergüenza, por miedo, por depresión, o porque nos parece que no le necesitamos. Por eso él dice a nuestro corazón: «No huyas más. Enfrentemos los problemas juntos de hoy en adelante. Donde tú estás buscando, no hallarás soluciones». Dios nos está invitando constantemente a salir de la cueva. Cuando el arrepentimiento te atormente y no seas capaz de pensar en otra cosa que tu pasado, sal de tu escondite; confía en Dios.