Martes 30 de agosto 2016. Matinal adultos – Pruébalos de nuevo, por primera vez – 1
«El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca». Lucas 6: 45
HACE UNOS AÑOS, los «copos» de la marca Kellogg’s sacaron un ingenioso eslogan publicitario para recuperar una franja de consumidores del mercado demográfico ya entrada en años que había sido destetada con el sabor patentado de sus «copos» de maíz pero que se había pasado a una cocina de desayuno más exótica: «Pruébalos de nuevo… por primera vez». ¿Cómo puedes hacer algo de nuevo por primera vez? Naturalmente, no puedes; pero, por otra parte, sí que puedes, si vuelves para renovar la experiencia de algo que fue parte de tu historia hace mucho.
No es un mal eslogan comercial para los «libros rojos», ¿no crees? Solían llamar a los escritos de Elena G. de White los «libros rojos» por las tapas características que les ponían las editoriales. Aunque para esta generación un título más exacto sería los «libros no leídos». Después de todo, ¿quién sigue leyéndolos? ¿Quién necesita los copos de maíz de nuestros abuelos para desayunar?
Dos amigos míos, Roger Dudley y Des Cummings, Jr., investigaron la correlación entre el desarrollo espiritual y la lectura de los escritos de Elena G. de White, con unos resultados asombrosos. En una encuesta de más de 8,200 miembros en 193 iglesias adventistas de Norteamérica, se midieron más de 20 categorías de vida espiritual, incluyendo una sola pregunta en cuanto a si los encuestados eran o no lectores regulares de los escritos de Elena G. de White. Fíjate en estos contundentes números: El 82% de los lectores regulares de Elena G. de White calificó su relación con Jesús de «íntima», en comparación con el 56% para los no lectores de Elena G. de White. El 82% de los lectores regulares de Elena G. de White indicó un grado elevado de certeza de estar a bien con Dios, en comparación con el 59% de los no lectores. Los lectores de Elena G. de White estaban un 24% más implicados en actividades cristianas misioneras y de servicio que los no lectores. Y el 82% de los que leían a Elena G. de White regularmente también realizan un estudio diario personal de la Biblia, en comparación con el 47% de los no lectores (exactamente el efecto opuesto, dicho sea de paso, que los falsos profetas tienen en sus seguidores). De hecho, en cada una de las veinte categorías espirituales objeto de encuesta, los lectores regulares de Elena G. de White sacaron una puntuación más alta que los no lectores. «Por sus frutos los conoceréis» (Mat. 7: 20). Jesús tenía razón. Entonces, ¿por qué no los pruebas «de nuevo por primera vez» y creces en Cristo?