Domingo 4 de septiembre matinal adultos – Deja de pescar en el acuario – 1
«Jesús dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Trajeron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron».Lucas 5: 10, 11
TE VOY A CONTAR una historia que podríamos titular perfectamente Guía de pesca para inútiles. Habrás visto esos manuales de instrucciones encuadernados en color anaranjado claro, ¿no? Yo tengo en mi biblioteca la Guía de computadoras personales para inútiles. (dummies en inglés) A veces todo lo que necesitamos es un manual práctico muy básico para echar a andar.
En una ocasión Jesús se subió en la barca de pesca del gran pescador (ese sería Pedro) y le preguntó si podría apartarse de la orilla para que el Maestro pudiese enseñar al creciente gentío que se había congregado aquella clara mañana en Galilea. Cuando acabó la enseñanza, el Maestro acometió la auténtica enseñanza del día. «Dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”» (Luc. 5: 4). Pedro no necesitaba una guía de pesca para tontos: llevaba pescando toda su vida. Y cualquiera que sepa algo de pesca sabe que no se echa la red a mitad del día, cuando los peces pueden ver la red en la superficie. Pero, alabado sea Dios, Pedro da un suspiro, se encoge de hombros y acata la orden de Jesús. ¿Has practicado alguna vez esquí acuático, con la sensación de que el cable de remolque de la lancha casi te saca los brazos del tirón? Con los ojos como platos y boquiabierto, los bíceps de Pedro se esfuerzan por sujetar una red de repente llena de peces a reventar. Con frenesí, llama a gritos a sus socios de pesca. ¡Y ahora ambas barcas empiezan a hundirse por la captura de peces! En ese instante Pedro se da cuenta de que está en presencia de la Divinidad. Con montones de escurridizos peces plateados por todos lados, cae de rodillas exclamando: «Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador» (vers. 8). Entonces precisamente pronuncia Jesús las palabras del texto de hoy: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
¿Cuál es la lección del día del Maestro sobre la pesca de hombres? En realidad, es sencilla. Si de verdad quieres atrapar peces, deja de holgazanear en el acuario y «boga mar adentro y echa las redes». Y, no obstante, ¿cuántos de los elegidos han escogido pasar la vida donde ya hay peces? ¿Por qué salir a pescar cuando tenemos el sensacional y coqueto acuario de nuestra iglesia local en el que hay expuestos algunos peces muy preciados? Pero esa mentalidad de acuario jamás sintonizará con esta generación, que nada en las profundidades de los barrios marginales, de las ciudades universitarias seculares, en edificios de oficinas de grandes empresas y en patios públicos de recreo muy lejos de nuestros coquetos acuarios y más allá de nuestro elemento. Lo cierto es que hasta que obedezcamos la orden de Jesús de salir a las oscuras profundidades de la sociedad, nunca pasaremos de ser un acuario borboteante con unos peces aburridos. Y nadie necesita un manual para eso.