Lograr lo imposible
«De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible» (Mateo 17: 20).
MUCHAS VECES, lo «imposible» es solamente una barrera mental que nos impide ir más allá. Durante décadas, se creyó que era imposible correr una milla en cuatro minutos o menos. Finalmente, en 1954, el británico Roger Bannister rompió la marca y corrió la milla en exactamente cuatro minutos. Aun después de este logro, muchos seguían repitiendo que los cuatro minutos eran el límite humano de velocidad para una milla. Pero apenas 46 días después, el australiano John Landy corrió esa distancia en 3:58 minutos en Turku, Finlandia. ¿Qué sucedió? Una vez que Bannister demostró que era posible, otros se atrevieron a intentarlo.
Sin embargo, el poder del que Jesús estaba hablando a los discípulos está más allá de toda posibilidad humana. Se trata del poder divino que está a nuestra disposición mediante la fe. Es el poder divino que se perfecciona en nuestra debilidad. Sin embargo, ese poder no es un pase libre para satisfacer nuestras necesidades egoístas. La narración en la que este versículo aparece ofrece el contexto adecuado para entender la naturaleza del poder divino. Se trata del poder que puede quebrar las cadenas del mal, romper las obras del diablo, hacer retroceder las tinieblas.
Cuando analizamos la vida de los grandes hombres de Dios, tanto en el Antiguo Testamento como en la historia cristiana, el poder divino se manifestó para cumplir los planes de Dios sobre esta tierra, para hacer avanzar su obra, para arrojar luz sobre un mundo en tinieblas.
Si bien es cierto que, muchas veces, Dios hace que logremos lo imposible en nuestra vida personal, el contexto de este versículo nos sugiere que la fe logra lo imposible cuando lo que nos proponemos es sanar, salvar y restaurar a los demás.
No hay imposibles en los sueños de Dios para nuestra vida. Por eso es tan importante sincronizar nuestros sueños con los de Dios. Él quiere lograr grandes cosas por medio de nuestra vida, pero el poder divino no es un cheque en blanco para que persigamos nuestros sueños egoístas de crecer y fructificar a expensas de los demás. En realidad, cuando analizamos la vida de Jesús aquí en la tierra, el poder divino que no conoció imposibles fue manifestado en el ministerio de Cristo por los desvalidos, los oprimidos por Satanás, los despreciados y olvidados.
Busquemos hoy hacer la voluntad de Dios, y la palabra «imposible» desaparecerá de nuestro vocabulario.