Martes 5 de Abril – Jesús le dio la victória – Matinal para Jóvenes

Entonces Jesús se enderezó y le dijo: «Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena?» Ella dijo: «Nadie, Señor.» Entonces Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más» (Juan 8: 10-11).

A VECES LOS SERES HUMANOS necesitamos «tocar fondo» para elevar nuestros ojos al cielo y buscar ayuda del Señor. Ese fue el caso de María Magdalena, una mujer sorprendida en adulterio que fue llevada ante Jesús con una pregunta tramposa: ¿Debía ella morir, como lo decía la ley mosaica o era posible perdonarla, sabiendo el pecado vergonzoso que había cometido?

Jesús, que conocía los pensamientos de ellos, captó inmediatamente la trampa y salvó a la pobre víctima de un terrible castigo. Nunca más olvidaría a María Magdalena la bondad, la misericordia y el amor con que Jesús pronunció: «Tampoco yo te condeno». Toda su vida recordó que estuvo ante Uno que pudo condenarla y, sin embargo, solo le seguramente: «Vete, y no peques más». A partir de ese momento la vida de María cambió para siempre.

Sería maravilloso ver que todos aquellos que «tocan fondo» por el pecado recurran a Cristo, pero tristemente muchos, por causa de la malignidad del pecado en que estuvieron inmersos, se apartan para siempre de Jesús. No ven que él es la única salida. No ven a Jesús como la solución, sino que lo confunden con uno que los condenará arrojando «la primera piedra». El gran sentido de culpa que poseen los inducen a rechazar a Jesús y su salvación.

Así lo explica Clifford Goldstein al decir: «Lamentar nuestra pecaminosidad delante de Dios no es lo mismo que servir al pecado de manera que este nos separe de una relación salvadora con él. Una reconoce la realidad del pecado en nuestro carácter y nos conduce a la cruz; la otra permite que el pecado nos consuma a tal grado que huimos de la cruz. Una nos hace comprender nuestra necesidad del evangelio; la otra puede neutralizar todo el poder del evangelio en nuestra vida. Qué irónico, que el pecado, la sola cosa que nos hace necesitar la cruz, puede ser la sola cosa que Satanás usa para hacernos huir de ella» ( Por sus llagas , p. 138).

Querido hermano en Cristo: no esperes que el pecado te lleve a «tocar fondo» en tu vida espiritual. Puede ser peligroso. El diablo solo desea tu destrucción y practicar un pecado «escondido» pondrá sobre tus hombros un gran sentido de culpabilidad. El Señor Jesús quiere darte la paz que la culpa arrebató. ¡Acéptalo! Cristo tiene el poder para que viva una vida cristiana victoriosa como lo hizo María Magdalena.

Radio Adventista

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