Martes 4 de Agosto – JUANA DE ARCO – Devocional para Jovenes

Cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel contra quien guarden rencor, para que su Padre que está en el cielo también les perdone a ustedes sus pecados. Marcos 11:25.

La joven de cabello castaño oscuro, sentada en la carreta del verdugo, tenía escasos 19 años de edad. Con su vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos, tenía más aspecto de ángel que de criminal. Rodeada de soldados Ingleses, la carreta avanzaba lenta y ruidosamente por las calles angostas y empedradas hacia la plaza del mercado en Rouen, Francia. Miles de personas se habían congregado para presenciar la ejecución.

Frente a la iglesia se habían construido tres plataformas. Dos eran para el clero y los jueces civiles. La tercera, para Juana. En el centro había una estaca con cadenas. Debajo, ya estaba preparada la fogata. Encima de la estaca había una placa con la siguiente inscripción: “¡Hereje! ¡Bruja! ¡Blasfema!”

-¡No es verdad! -decía Juana-, ¡Solo hacía lo que Dios me había pedido que hiciera!

Convencida de que Dios le había hablado en visiones, Juana había ido a la guerra vestida de niño, a fin de guiar a los franceses a la victoria en cinco diferentes batallas. Cuando fracasó en la sexta, los burgundios la vendieron a los británicos por una cantidad equivalente a 3 mil dólares. El 30 de mayo de 1431 fue llevada a la estaca.

-¡Señor, perdona a los jueces y a los ingleses! -Juana oraba tan fervientemente que los que escuchaban comenzaron a llorar-, ¡Por favor, Señor, perdona al rey y a todos los príncipes del reino, porque no saben lo que hacen!

El juez le hizo una señal al verdugo.

-¡Cumple con tu deber!

El verdugo titubeó al escuchar el llanto de los presentes. Seguramente no continuarían con la quema.

-¡Prosigan! -ordenó el juez.

Dos soldados la condujeron hacia la estaca y la encadenaron. Se encendió la leña.

-¡Jesús… Jesús…! -clamó Juana en voz alta con los ojos fijos en el cielo-. ¡Jesús… Jesús… Jesús… Jesús!

Inclinó la cabeza y expiró.

Si hubieses sido Juana, ¿habrías perdonado a tus enemigos? ¿Habrías orado por tu verdugo? ¿Oras por tus enemigos? ¿Eres capaz de perdonar a los que son crueles contigo? ¿Oras por los que te hacen daño? ¿Pides a Dios que bendiga a los que te insultan? ¿No guardas rencor a tus ofensores?

Radio Adventista

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