Martes 3 de abril “Confianza” Meditacion para Damas

Confianza

“Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia” (Prov. 3: 5).

La confianza es un lujo sin el cual no podemos vivir. Debemos confiar en que los demás conductores están sobrios y prestando atención, o quizá mantenemos una distancia segura, si no parecen muy confiables. Confiamos en que el banco cuidará bien de nuestro dinero; o lo escondemos bajo el colchón y confiamos en que la casa no se incendiará. En el norte helado, confiamos en que la empresa de gas proveerá de combustible para nuestros calefactores; o quizá cortamos nuestra propia leña para quemar en la estufa… que confiamos en que alguien instaló correctamente.

No podemos vivir sin confiar en alguien, en algún momento. Hasta un ermitaño debe confiar. Y al asociarnos con otros, con el paso del tiempo, nuestra confianza se desintegra y alejamos a las personas, o crece y aprendemos a confiar más aún. La confianza comienza con la confianza.

Construimos un matrimonio sobre la base de una confianza mutua. Nos esforzamos por confiar completamente en nuestro esposo. Y yo tengo éxito mayormente. Pero, hay excepciones.

Un día, al volver del trabajo, mi esposo se bajó del vehículo para abrir la puerta del garaje, así yo podía entrarlo. Estaba bastante insegura sobre el perímetro de este vehículo, por lo que él siempre me guiaba desde la entrada. Tenía que maniobrar un giro de noventa grados al acercarme y, esta vez, él seguía haciéndome señas con las manos para que avanzara. El poste derecho de la puerta me parecía que estaba demasiado cerca pero, como buena esposa confiada, seguí avanzando, aunque a la velocidad de un caracol.

Y esto último fue positivo, porque escuché un choque. La camioneta se detuvo y el motor se apagó. Había golpeado contra la nueva moldura del nuevo garaje.

¿Cuál fue la explicación de mi esposo molesto?

-Pensé que ibas a seguir girando la rueda mientras venías y que habría suficiente espacio.

-La rueda ya estaba totalmente girada -respondí, un poco irritada.

-No lo sabía -fue su frustrada respuesta.

Pero solo es un garaje y las marcas son pequeñas. La expresión preferida de mi esposo es “¡Confía en mí, querida!”; y lo estoy intentado. Sin embargo, puede llevar un poco de tiempo.

Lo más genial sobre confiar en Dios es que él es perfecto y nunca nos decepcionará. Siempre es seguro confiar en él; y al avanzar con fe, nuestra confianza en él crecerá y se hará completa.

DAWNA BEAUSOLEIL

Radio Adventista

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