DIGNIDAD
Nuestro padre murió en el desierto. Él no estuvo en la compañía de los que se juntaron contra Jehová… y no tuvo hijos. ¿Por qué será borrado el nombre de nuestro padre de su familia? ¿Por no haber tenido hijos? Números 27:3, 4 (RV95).
Ellas no hicieron cosa alguna para fracasar, nacieron ya vencidas por los usos y costumbres. Eran las hijas de Zelofejad: Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa, cuyas vidas transcurrieron durante el éxodo hebreo. Sus padres no tuvieron hijos varones y, según la costumbre, ellas no tenían derecho a una parcela en la anhelada Canaán adonde Dios y Moisés los conducían. Si no lograban casarse, vivirían de la caridad ajena.
El nombre Zelofejad significa literalmente “sombra de temor” o “primer rompimiento”, y puede traducirse idiomáticamente como “temible” o “primogénito”.
Zelofejad era un hombre callado y venerado. Tenía seis mujeres en casa. Silencio a cambio de veneración es un buen trueque. Ellas lo amaban.
Zelofejad sobrevivió al éxodo. Los egipcios no lo doblaron, los amalecitas no lo mataron, y. los inconformes no lo arrastraron a la disidencia. Pero como no tenía hijos varones, su nombre estaba condenado a desaparecer. Esa desventaja se acrecentaría el día de la distribución de la tierra prometida, la cual sería repartida entre los hombres.
Un día, cuando ya se avistaba la tierra prometida, Zelofejad murió. Debía morir antes sin entrar en la tierra prometida, porque no siguió a Caleb y Josué, los espías valerosos y decididos, más bien se acobardó como los diez espías que tuvieron temor de los cananeos; y como toda esa generación de adultos cobardes, Zelofejad murió en el desierto. Pero sus hijas no. Ellas eran pequeñas cuando ocurrió esa crisis de fe. Ahora era tiempo de ingresar en Canaán, los tiempos del padrón previo al reparto del territorio. Las hijas de Zelofejad temblaron. La promesa de Dios de que cada uno habitaría feliz en la nueva tierra que estaban por conquistar no se cumpliría en ellas. Ser mujeres era su desgracia.
Hoy todavía, en muchas sociedades ser mujer es una desgracia. Que no lo sea en tu familia ni en tu iglesia.